Nuestros lectores, siempre atentos, recordarán que la semana pasada dejamos a Beto, Hugo, María y Juanfra enfrascados en la construcción de un fuerte con piezas de Lego, una idea de Juanfra para que los cuatro amigos tuvieran algo que hacer en su tiempo libre, que últimamente era mucho ya que habían quedado eliminados de los juegos extraescolares y no había ninguna festividad a la vista que los obligara a planear actividades.

La semana pasada ya contamos en esta misma página que los cuatro amigos habían inventado una historia que diera sentido a la construcción del fuerte, para que este fuera algo más que una serie de piezas de Lego amontonadas una encima de otra, para que tuviera un contexto, unos moradores y unos asediadores. Como recordarán nuestros lectores, la historia que inventaron fue la siguiente: el fuerte se encontraba en la capital del País de la Luz, que se enfrentaba de nuevo al País de las Tinieblas, que había vuelto a lanzar su armada de demonios contra la Luz. Además, la princesa Alarin estaba atrincherada en la última cámara, rodeada por cientos de soldados, más ángeles que hombres, que habían jurado defenderla con sus vidas tras la muerte del rey a manos del Señor de las Tinieblas, Eleron.

Pero lo que no contamos, y pedimos perdón a nuestros lectores, que seguramente se lo preguntarían, era cómo acababa la historia. Pues bien: como no podía ser de otro modo, el País de la Luz lograba detener al Señor de las Tinieblas en una última batalla a las puertas del fuerte encabezada por la mismísima princesa, Alarin, que, además de ser una princesa y saber lucir con elegancia un vestido, también era una guerrera y sabía blandir una espada tan bien como vestir un vestido. Así que, guiados por Alarin, los ángeles, henchidos de la energía luminosa que emanaba su líder, vencían una tras otras a las hordas de demonios hasta que solo quedaba el Señor de las Tinieblas, Eleron. Solo, sin ejército en el que apoyarse, Eleron no tenía otra que dejar que fluyera su auténtico poder, que acababa con cientos de soldados de la Luz hasta que Alarin, descompuesta por lo que sus ojos veían, ardía de furia y atacaba con toda su fuerza a Eleron. Se desarrollaba así una batalla a muerte entre los dos líderes. Alerin, apoyándose en la confianza y el amor que profesados por su ejército, acababa venciendo a un Eleron que, si bien tal vez era más poderoso que ella, se encontraba solo, sin apoyos. En un último gesto de gracio, Alerin perdonaba la vida al Señor de las Tinieblas y ordenaba que fuera apresado y conducido hasta los túneles que, a modo de mazmorras, hendían el suelo bajo el fuerte, donde era encerrado bajo un encantamiento indestructible.

Así, la paz volvía a reinar el el País de la Luz. Y era este momento, una vez reinstaurada la paz, el que los cuatro amigos querían representar en su fuerte. Por eso debía estar destruido en muchos puntos. Y por eso, cuando finalizó la construcción en el sótano de la casa de Beto, la madre de nuestro protagonista se quedó sorprendida al ver el fuerte casi destruido. Aunque lo comprendió todo cuando Hugo, que la había escrito en un folio, le leyó la historia que había tras aquel montón de piezas de Lego.

Es verdad que, una vez finalizada su construcción, que se alargó varias semanas, el fuerte no acabó teniendo muy buen aspecto. Pero los amigos estaban orgullosos de su esfuerzo. Sabían que en aquel montón de piezas habían resistido Alarin y su ejército de ángeles contra las continuas embestidas de Eleron y su ejército de demonios, y que ante aquel montón de piezas había vencido la Luz.

Actividades

¿Por qué crees que, en la historia que inventan Beto y sus amigos, Alarin acaba venciendo a Eleron aunque este último sea más fuerte? ¿Crees que el poder de la amistad es tan grande como para llevarla a la victoria? ¿Alguna vez lo has sentido tú mismo? Cuéntalo a tus amigos y debatid acerca de la amistad, que salvó a la Luz de las Tinieblas.