El sistema educativo ha tratado el tema de la diversidad de manera diferente a lo largo de su recorrido histórico. El término diversidad en educación se concibe como un factor intrínsecamente humano que pone el énfasis en la variabilidad de intereses, capacidades, actitudes y formas de aprender, desde un enfoque positivo y de enriquecimiento, pues la heterogeneidad se entiende como un valor humano que hay que respetar y potenciar.

Nuestros conocimientos y actitudes frente a la diversidad en educación han ido cambiando históricamente. Hemos pasado de enfoques segregadores (donde se distinguía a las personas entre normalidad-anormalidad, separándolas en diferentes instituciones) a modelos integradores e inclusivos (todo alumnado trabaja y convive conjuntamente, independientemente de sus necesidades educativas). En la actualidad, desde la investigación y la práctica educativa nos proponemos un paso más: hablamos de diseñar de manera universal, teniendo en cuenta todas las diferentes capacidades y necesidades de las personas, un modelo teórico-práctico educativo que tenga a la diversidad en el centro de acción. Este modelo se conoce como Diseño Universal para el Aprendizaje (DUA).

El DUA pretende conseguir una educación asequible para cualquier alumno, flexibilizando los currículos, la forma en la que se presenta la información, los espacios educativos y eliminando barreras que dificulten el aprendizaje. Trata de dar respuesta a la heterogeneidad en las aulas a través de proporcionar a la acción educativa un marco teórico-práctico basado en el conocimiento científico de la neurociencia, de las teorías del aprendizaje y del desarrollo humano.

Este modelo procura, a través de la práctica educativa, proporcionar múltiples formas de implicación del alumnado, teniendo en cuenta sus procesos emocionales, motivando desde el afecto. Ofrecer múltiples formas de representación para el aprendizaje, tomando en consideración las capacidades perceptivas del alumnado (diferentes canales sensoriales). Facilitar múltiples formatos de acción y expresión del conocimiento a adquirir o adquirido, como realizar trabajos utilizando distintas app que nos ofrecen las tecnologías.

En definitiva, trata de combinar y utilizar una diversidad de elementos, estrategias y recursos para poder atender a todo el alumnado, no por ello eliminando maneras tradicionales de enseñanza (oral, texto escrito) sino sumando y mezclándolas con otras fórmulas que enriquezcan el proceso de enseñanza-aprendizaje. Para ello se pondrán en marcha estrategias afectivas, como el uso de refuerzos, motivación, dejar que el alumnado tome decisiones propias sobre su proceso de aprendizaje; estrategias de reconocimiento, aportando múltiples ejemplos, medios y formatos de aprendizaje; y de evaluación, como ofrecer distintas formas de feedback de lo aprendido y/o flexibilizar la forma de demostrar sus conocimientos.

Para que este modelo tenga cabida necesitamos que el sistema educativo en su conjunto esté implicado promoviendo que el DUA forme parte de todos los niveles de concreción curricular: desde la Ley de Educación, a los Reales Decretos y Decretos, siguiendo por los documentos oficiales de los centros educativos, así como en las programaciones del profesorado y en los planes individualizados/personalizados. El DUA tiene en cuenta las diferentes formas de percibir, de representar la información, de los ritmos de aprendizaje y de las necesidades individuales. Por ello es imprescindible flexibilizar el currículo, los materiales, recursos, las actividades del aula y la manera de evaluar los saberes y competencias adquiridas.