Oslo es la capital y la ciudad de mayor tamaño de Noruega. Descansa en la cima del conocido como Fiordo de Oslo, al sureste del país. La ciudad fue fundada por el rey Harald Hardraade en torno al año 1050. Tras ser arrasada por el fuego, se volvió a construir, esta vez más al oeste de su ubicación original al este del río Aker, y fue bautizada con el decriptivo nombre de Christiania. Finalmente, en 1925 se renombró como Oslo.

Aunque en ciertos círculos la capital noruega tiene cierta fama de ser un tanto aburrida, anodina, e incluso un tanto cara, la realidad es que al turista que decida visitarla no le faltarán cosas que ver. Si bien es cierto que se trata de una metrópolis de un tamaño relativamente pequeño en comparación con algunas otras, no deja de poseer algunas atracciones que ningún viajero que se precie se puede perder, aparte de una historia que merece la pena conocer.

La más conocida de las atracciones de Oslo es el Parque de las Esculturas de Vigeland, al que se puede acceder completamente gratis. Este parque escultórico es el trabajo de toda una vida del escultor Gustav Vigeland (1869-1943), y en él se encuentran más de 200 esculturas de bronce, granito y hierro forjado. Además de escultor, Vigeland fue también el diseñador del conjunto arquitectónico del parque. La estatua de bronce del pequeño enfadado (’Sinnataggen’ en noruego) es una de las esculturas más famosas del parque de Vigeland, junto con el Monolito (’Monolitten’) y la Rueda de la Vida (’Livshjulet’).

Otro lugar que el viajero no se puede perder es el Museo Noruego de Historia Cultural, ubicado al aire libre y abierto todo el año. En él podremos familiarizarnos con la cultura noruega y contemplar 155 edificios históricos traídos desde todas partes del país, entre los que destaca la iglesia de madera de Gol, del siglo XIII.

A pesar de su pequeño tamaño, el Museo de los Barcos Vikingos debería ser otra de las visitas ineludibles, pues en él se encuentran los dos barcos vikingos mejor conservados del mundo.

Y estas son solo tres de las atracciones más recomendables. Hay mucas más. En definitivva, Oslo no debería ser para nada un destino descartable.