No todas las personas aprenden de la misma manera. Nos encontramos con niños que procesan la información preferiblemente desde el canal visual, otros que conectan mejor a través del sistema auditivo o verbal, a otros les gusta aprender en soledad y algunos necesitan trabajar en grupo. Hay quien prefiere leer al mismo tiempo que caminar, como hacían los integrante de la escuela peripatética, otros requieren de un silencio sepulcral. Esta diversidad de formas de aprender es lo que se conoce como estilos de aprendizaje y empiezan a desarrollarse desde la etapa de infantil.

En definitiva, el estilo de aprendizaje es una forma idiosincrática de interactuar con los conocimientos a aprender, son unos rasgos cognitivos y fisiológicos concretos, que se ponen en marcha ante los estímulos externos que son objeto de ser aprendidos.

La teoría de los estilos de aprendizaje tiene su origen en el campo de la psicología de los años 50, denominados entonces como estilos cognitivos. Fueron los psicólogos de la educación los que modificaron el término de cognitivo al de aprendizaje, para otorgarle un valor más multidimensional. En educación una de las teorías más utilizadas es la de P.Honey y A.Mumford. Esta teoría expone cuatro tipos de estilos de aprendizaje: Activo, Reflexivo, Teórico y Pragmático.

Los niños con un estilo activo se caracterizan por ser animadores del grupo. Les gusta improvisar, ser espontáneos, tienden a la innovación y a la creatividad. Manifiestan un deseo por aprender y descubrir desde una perspectiva voluntariosa y participativa. Los niños con un estilo reflexivo se caracterizan por ser analíticos y observadores. Recogen información de manera cuidadosa, vigilando los detalles. Trabajan de una forma lenta y prudente, siendo buenos investigadores registrando datos. Los niños con un estilo teórico son estructurados, tienden a la objetividad y a ser críticos. Planifican, ordenan, sintetizan la información y tienen un carácter perfeccionista. Los niños con un estilo pragmático son realistas y directos. Evitan dar rodeos y circunloquios, son claros, precisos, con un talante positivo y siempre pensando en lo útil.

Otra de las teorías más utilizadas en educación es la de Kolb. Para este autor también son cuatro las categorías de estilos de aprendizaje: acomodador, divergente, convergente y asimilador. Los niños con un estilo acomodador son personas a la que les gusta experimentar, son pragmáticas, sociables, abiertas y empáticas. Los niños divergentes se caracterizan por ser activos, generadores de ideas, creativos. Los niños convergentes tienden a basarse en fundamentos teórico, son menos sociables, más analíticos y deductivos. Los niños asimiladores se muestran reflexivos, piensan antes de hablar y están más interesados en las ideas que en las personas.

Niños y niñas aprenden de formas distintas. Algunos requieren de la socialización, del movimiento, de la acción. Otros necesitan un entorno tranquilo, sin ruidos, donde puedan pensar en calma. Las familias y el profesorado para poder ayudarles de forma eficaz en este proceso de aprendizaje, han de estar atentos y entender cómo estos llevan a cabo dicho proceso, pues en educación como en tantos otros ámbitos, la diversidad es un imperativo, y siguiendo las palabras de Aristóteles sobre la justicia, hemos de «tratar igual a los iguales y desigual a los desiguales».