Era lunes cuando suceden los desastres.

En casa todos se habían dormido.

Él se había despertado por la claridad que entraba a borbotones por la ventana, había ido a otras habitaciones y había dicho:

– Eh, ¿qué hacéis? Son casi las nueve.

Los gritos, las carreras y los <<¡Adiós, que no llego!>> duraron un cuarto de hora.

Otra vez que tenía que prepararse el desayuno.

¡No pensaba irse con la barriga vacía y las tripas rugiendo!

Y otra vez que llegaría tarde al colegio, y Vicente, el profe, lo miraría con aquella cara de <<Mira que tienes delito, ¡pero si vives a doscientos metros de aquí!>>.

Pero lo peor de todo era que se le habían quedado tres besos dentro y tres fuera: los que no le habían dado su hermana y los papás, y los que él no les había devuelto.

Pensó que no pasaba nada, que ya los recuperaría. No sabía que los besos perdidos no se recuperan, son sustituidos por otros, pero son eso, otros besos, no los originales, los que tocaba.

Solo comió media magdalena.

Tenía una angustia creciente que le cerraba el estómago.

Bajó la escalera con un peso que lo agobiaba, como si llevara encima un saco de patatas.

Ya le había sucedido alguna vez y lo había pasado realmente mal. Estaba claro, no podía quedarse dentro aquellos tres besos, tenía que darles salida, pero ¿cómo?

Nada más salir a la calle se le presentó una ocasión.

Había una viejecita que no se decidía a cruzar la calle y él le preguntó:

– ¿Me puede ayudar a cruzar?

– ¡Claro, hijo, así pasamos los dos!

– ¡Gracias! ¿Puedo darle un beso?– le dijo a la viejecita al llegar a la otra acera.

– ¡Claro, faltaría más!

Le dio un beso, y la buena señora se fue tan contenta como una cereza, con las piernas que le iban solas.

<<¡Bien !, ya solo me quedan dos>>, se dijo.

Había sido una suerte, pero estaba seguro de que no se le presentarían muchas situaciones como esta. Pensó que podría dejar otro beso en algún lugar por el que la gente pasara y se lo llevara sin darse cuenta, ¿pero dónde?

Tomado de: Los besos perdidos

Autor: Carles Cano

Ilustraciones de: Roser Calafell

Editado por: Editorial Bruño 2020

Actividades

1.- ¿Te ha pasado alguna vez lo mismo que al protagonista de esta historia? ¿Os habéis dormido y habéis llegado tarde al colegio? Cuenta a tus compañeros cómo fue todo.

2.- Intenta imaginarte a quién o a qué le va a dar el niño los otros dos besos que le quedan.