Seguramente todos hemos oído decir frases contrapuestas como «las matemáticas se me dan fatal desde pequeño, yo es que soy de letras» o «las matemáticas me gustan mucho, son como un reto para mí». La tarea matemática provoca a algunos alumnos inseguridad, bloqueo, frustración y desasosiego, lo sienten como una tortura, lo que les impide despertar interés hacia ella y suele desembocar en un bajo rendimiento matemático.

Se debe a que el éxito o el fracaso de los procesos de enseñanza-aprendizaje en matemáticas se ha valorado tradicionalmente a partir de mediciones directas de rendimiento, centradas en aspectos cognitivos.

Afortunadamente, a finales del siglo XX, con el desarrollo de la Didáctica de las Matemáticas como nuevo campo de conocimiento, aparecen investigaciones que fijan también su atención en la dimensión afectiva de los estudiantes.

También la Psicología se interesa por este sistema binario conformado por cognición y afectividad matemática. Goleman asegura que todos tenemos dos mentes, una para pensar y otra para sentir. Ambas interactúan y conforman nuestra vida mental en la que conviven reflexión frente a sentimiento, cabeza frente a corazón, mente racional frente a mente emocional.

Investigadores en Didáctica de las Matemáticas como McLeod o Inés María Gómez-Chacón muestran en sus trabajos que las cuestiones afectivas juegan un papel fundamental en la enseñanza-aprendizaje de las matemáticas, y algunas llegan a estar tan fuertemente arraigadas en las personas que son difíciles de modificar.

El tipo de metodología que el docente plantea en clase influye en el dominio afectivo de sus alumnos. Cuando se abusa de actividades repetitivas o procedimientos ya vistos, los alumnos desarrollan la creencia de que hacer matemáticas es seleccionar el procedimiento adecuado, de entre los conocidos, para resolver la actividad.

Ante problemas que requieran construir una estrategia de resolución más elaborada, los alumnos con esa creencia sufren bloqueos que no pueden gestionar, desisten rápido y atribuyen su fracaso a una supuesta falta de aptitud matemática.

Metodologías útiles

Entre las metodologías directamente ligadas con la resolución de problemas destaca el Aprendizaje Basado en Problemas (ABP o PBL), donde los alumnos trabajarían con un problema planteado por el docente para desarrollar ciertos conocimientos o competencias o, con una perspectiva algo más general, el Aprendizaje Basado en Proyectos, en el que los estudiantes elaboran un proyecto para resolver una serie de actividades a partir del desarrollo de aprendizajes adquiridos.

Una metodología en auge en nuestro país es el ‘método Singapur’ que, además de tener la resolución de problemas como eje central, adopta una trayectoria de aprendizaje de los conceptos basada en un enfoque concreto-pictórico-abstracto (CPA), y proporciona unas herramientas gráficas potentes para resolver determinados problemas.

En los primeros niveles, la manipulación adopta un rol fundamental para promover el acceso progresivo a los objetos matemáticos.

Entre los materiales manipulativos destaca la caja de materiales ‘Numicon’, cuyos principios básicos se apoyan en el enfoque multisensorial, la flexibilidad metodológica y el aprendizaje inclusivo.

Otra metodología innovadora sería ‘Jump Math’, centrada en desarrollar en los alumnos una adquisición progresiva de confianza hacia las matemáticas a través de minuciosas propuestas de instrucción basadas en la práctica y el descubrimiento guiado de los alumnos y la evaluación continua de los aprendizajes. Por último, destacamos ‘Smartick’ como un sistema inteligente en línea de aprendizaje y refuerzo de las matemáticas, con un especial énfasis también en la resolución de problemas.