Tras la campaña de la Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos (CEAPA) y la famosa ‘huelga de deberes’ en 2016, ese año el debate sobre la regulación de las tareas escolares llegó al Congreso de los Diputados. Durante generaciones, los deberes apropiados han formado parte de la vida escolar, y de la preparación del alumno en su viaje hacia la autonomía personal. Pero hay un malestar creciente en España, sobre todo por la cantidad de tareas asignadas. Este debate se hace aún más agudo cuando consideramos que muchas investigaciones coinciden en resaltar el escaso impacto que tienen los deberes en el rendimiento de los alumnos más pequeños, al contrario que el impacto ya afianzado en los estudios de bachillerato.

Deberes apropiados

Mucho se ha escrito sobre la carga recomendable de deberes en las diferentes etapas escolares. El doctor en Psicología y Neurociencia del Trinity College of Arts and Sciences, Harris Cooper, ha investigado el impacto de los deberes durante décadas, y concluye que las tareas destinadas a practicar algo ya aprendido sí mejoran los resultados en las pruebas, sea cual sea el curso escolar, según explica Gary Cook en la publicacion ‘Ser Padres’. Una carga pequeña de deberes ayuda a los alumnos de Primaria a desarrollar buenos hábitos de estudio, y puede ser, por ejemplo:

-La práctica independiente de un procedimiento recién asimilado, beneficioso solamente durante unos pocos minutos.

-El aprendizaje de datos clave (tablas de multiplicar o patrones de ortografía) durante periodos cortos pero frecuentes.

-Indagar sobre el siguiente tema a estudiar en el aula, involucrando a los padres en la búsqueda de conocimientos y así disparando la motivación.

-Desarrollar el amor por la lectura todos los días, leyendo independientemente o juntos, y escuchando a otros leer.

-Terminar, tras acordarlo con el profesor, una tarea que no se haya podido terminar en el aula. El alumno sabe lo que hay que hacer, y quiere terminarlo para así afrontar el próximo reto con confianza.

En todo caso, cuando un alumno haya estado intentando una tarea durante 20 minutos sin éxito, lo mejor para todos es parar y escribir una nota al profesor, según ‘Ser Padres’.

Ya en Secundaria nos encontramos más a menudo con trabajos creativos y desafiantes. Los deberes para el refuerzo también son importantes aquí, especialmente antes de los exámenes y controles, que sirven para comprobar el nivel de competencia del niño, y como herramienta para dirigir la enseñanza posterior.

Cooper concluye que los deberes para estudiantes en los primeros años de la ESO empiezan a ser contraproducentes solamente cuando sobrepasan los 90 minutos por día, y este umbral sube hasta las dos horas y media de deberes para estudiantes de bachillerato, y tienen un impacto clarísimo sobre el rendimiento. Es importante considerar que no todo alumno trabaja con la misma eficacia, y la cantidad y tipo de tareas asignadas debe de ajustarse para tener en cuenta esta variabilidad en el tiempo de ejecución, según publica ‘Ser Padres’.

Ejemplo de otros países

Se ha hablado mucho en los últimos tiempos del sistema educativo de Finlandia, que asigna pocos deberes comparado con otros países a nivel mundial. Este país ha conseguido la sexta plaza en el ranking de matemáticas y ciencias de la OCDE.

Hay otros países que recomiendan pocos deberes, especialmente en edades tempranas. La Asociación Nacional de Padres de Alumnos en EEUU (National PTA), por ejemplo, defiende que el tiempo más efectivo hasta segundo de primaria no debe superar los 20 minutos por día, subiendo paulatinamente hasta una hora en sexto de primaria.

No cabe duda de que todos queremos aprender de modelos que funcionan bien, y somos partidarios de la educación holística que incluye tiempo libre para jugar, y convertir a nuestros hijos en personas equilibradas, independientes, y seguros de sí mismos. Pero no hay que olvidar el contexto cultural de cada país, según ‘Ser Padres’. De hecho, se suele achacar el éxito del sistema en Finlandia a las reformas de los años 70 y la visión a largo plazo, que ha convertido al modelo educativo en algo estable, y al profesorado en un grupo respetado por la sociedad.

El rol de los padres

Los deberes pueden fomentar el aprendizaje independiente y la responsabilidad personal. Pero también ofrecen a los padres una ventana al trabajo realizado en el colegio, y una oportunidad para expresar su actitud positiva hacia el aprendizaje.

Es aquí donde John Hattie, Director del Melbourne Education Research Institute encuentra un factor clave en su síntesis de estudios sobre el rendimiento escolar: el apoyo de los padres al comportamiento autónomo del estudiante ayuda al rendimiento, mientras la intervención didáctica de los padres a la hora de instruir puede tener un impacto negativo en el rendimiento.

Y es que, tal y como avalan multitud de estudios en este ámbito, cuando los padres tienen altas expectativas puestas en sus hijos (y como consecuencia los alumnos tienen altas aspiraciones), tienden a querer ejercer una influencia mucho mayor sobre su rendimiento que simplemente supervisar o hacer seguimiento de los deberes.