Sucedió un día, a primera hora de la mañana,
cuando las gitanas volvían a Madrid.
En un pequeño valle que hay
poco antes de llegar a la villa,
se encontraron en el camino con un muchacho,
guapo y muy bien vestido.
La espada que llevaba brillaba como el oro,
y su sombrero, muy elegante,
estaba adornado con plumas de varios colores.
Las gitanas estaban sorprendidas
de que a aquellas horas
apareciera por allí aquel joven, a pie y solo.
El muchacho se acercó y habló a la gitana vieja:
- Por vuestra vida, permitid que os diga
dos palabras, a vos y a Preciosa.
Serán provechosas para vosotras.
- Si no nos desviamos del camino
ni perdemos tiempo, nos las puedes decir
-respondió la mujer.
Llamó a Preciosa, se apartaron de las demás
y el muchacho les dijo:
- La discreción y la belleza de Preciosa
me tienen enamorado.
Señoras mías, yo soy caballero,
como lo demuestran las ropas que llevo.
Mi padre es una persona
con mucha influencia en la corte
-aunque por razones de seguridad
no dio su nombre-.
Soy hijo único y voy a tener
una considerable herencia.
Mi padre espera conseguir un importante cargo."Quiero casarme con Preciosa".
€"Si queréis ser mi esposo, yo seré vuestra.
Pero antes he de comprobar quién sois.
Luego tendréis que dejar la casa de vuestros padres,
solo así podremos conocernos bien.
Pasado ese tiempo,
si todavía seguís enamorado,
viviremos como marido y mujer".