La torre inclinada de Pisa es en realidad un campanario construido para llamar a la gente a acudir a la Catedral de esta ciudad, situada en la zona de la Toscana, en Italia.

Una de las cosas que más llama la atención, incluso sobre la arquitectura del edificio, es la inclinación de la torre. Esta inclinación estuvo presente desde el principio. Parece claro que los cimientos no eran lo suficientemente sólidos para sostener el peso de la torre, a ello se unía la debilidad del terreno que tampoco tenía la estructura adecuada para este tipo de construcción. Hay que decir que la torre no se construyó toda de una sola vez sino que tiene diferentes fases de construcción, tres son las más importantes, esas pausas sirvieron en parte para intentar corregir la inclinación y para que el edificio fuera asentándose poco a poco en el terreno.

La construcción de la torre comenzó en época románica y, aunque fue terminada mucho más tarde, se respetó la estructura original del edificio.

Este consta de ocho plantas, la base se compone de una serie de arquillos ciegos que apoyan en columnas con unos capiteles corintios muy esbeltos.

Este tipo de solución ya se había visto en el románico con finalidad decorativa en la zona de Como (en Italia), donde algunos maestros decoraban el exterior del altar de la iglesia con este tipo de solución.

La Torre de Pisa continúa con 6 cuerpos de arcos de medio punto, también muy elegantes apoyados en columnas de tipo corintio.

El piso superior es el piso de campanas, donde también se utilizan este tipo de arcos aunque decorados con distintos colores ya que las dovelas de los mismos alternan colores blancos y negros. Siete son las campanas que encontramos en la parte superior, cuya altura total es de 55 metros.

La torre se inclinó desde el principio y no ha parado de hacerlo hasta ahora. Tal como se encuentra ahora mismo puede aguantar sin inclinarse doscientos años más.