La decisión de la academia sueca al conceder a Banerjee, Duflo y Kremer el Nobel de Economía 2019 es muy significativa. El premio reconoce las aportaciones que han realizado estos economistas en el campo de la pobreza, y es novedoso porque huyen de grandes soluciones económicas tradicionales, para combatir la pobreza actuando sobre la educación y el rendimiento. Por tanto, un nuevo modelo de educación puede influir directamente no sólo sobre la economía, sino sobre el comportamiento, el bienestar infantil, la inteligencia y nuestra resolución ante nuevos retos de esta era.

Retos como el que plantea, que una quinta parte de los adolescentes menores de 18 años padecerá algún problema emocional o de conducta, que uno de cada siete presenta un trastorno mental y se avecinan nuevos trastornos derivados del mal uso tecnológico. Según UNICEF en vista de los datos, es imprescindible reducir la carga a la salud y la carga económica de los trastornos mentales, y se aconseja a los países y regiones prestar mayor atención a nuevos modelos de aprendizaje y medidas preventivas.

Una larga lista de retos y conflictos, hace que una fórmula: un modelo de aprendizaje conectado, por las personas, cooperativo, activo, esté siendo objeto de estudio de varios campos de investigación, incluida la psicología del desarrollo, la investigación educativa y metodologías innovadoras como en la que se basa el Programa SHC. Todas ellas han comenzado a ver la educación como fundamental y a analizar el concepto del «cerebro social», o inteligencia social.

Aprendizaje cooperativo inteligente

La educación tradicional se basaba exclusivamente en el desarrollo de aprendizaje a nivel cognitivo; actualmente sabemos que en el desarrollo de nuestro alumnado, además de influir lo cognitivo, influye en modo decisivo, lo emocional. La inteligencia emocional no es una capacidad fija, innata, es una cualidad que se puede aprender, desarrollar y enriquecer a lo largo de toda la vida. Por tanto es imperativo desarrollar modelos educativos que respondan a las diversas inteligencias de nuestros niños. Son muchas las investigaciones sobre inteligencia emocional que remarcan el desarrollo y mejora del bienestar, así como de las habilidades sociales y las diversas inteligencias (Gardner, 1983) y estudios que refuerzan un nuevo aprendizaje (Bisquerra, 2000; Diener, 2000; Eisenberg, Cumberland 1998, Smart Schools 3.0, 2017€)

Este aprendizaje del que hablamos, conectado, inteligente y cooperativo, es un caldo de cultivo de las habilidades de aprendizaje social y emocional (SEL) y en las escuelas podría promover el desarrollo positivo de los niños para elegir formas de construir relaciones con los demás.

Aprendizaje Conectado

Resulta esencial un aprendizaje nuevo que proponga situaciones de aprendizaje que cumplan con los ODS de la agenda de 2030 de Naciones Unidas.

La UNESCO en su último informe marca cómo los sistemas educativos tienen que responder introduciendo pedagogías que empoderen a los alumnos a incluir los principios de sostenibilidad. Es por ello que se debe ofrecer colaborativamente la posibilidad de exponer a los estudiantes problemas de mayor dimensión y complejidad , así como ponerlos en contacto con el llamado mundo real. Y así cumplir estos objetivos sostenibles.

Una nueva inversión educativa

Los Nobel Abhijit Banerjee, Esther Duflo y Michael Kremer se basaron en la educación y la atención médica, en escuelas de comunidades pobres. Nos están mostrando sólo un indicio al camino para resolver la ecuación de una fórmula de futuro, en la que más que nunca, el aprendizaje es la clave. Un camino que apuesta por la inversión en esta ecuación, con programas educativos basados en problemas reales y que atiendan a la diversidad, a las inteligencias múltiples y a las emociones.

Un modelo competente para la economía y tecnología, de aprendizaje cooperativo, multicultural y multidisciplinario, de resolución de problemas, que promueva la creatividad, liderazgo, emprendimiento, emociones€

En definitiva, la educación es la fórmula para la economía de este siglo, los nuevos modos de aprender, deben ser cooperativos, y los maestros como otros agentes, estar más unidos que nunca en ello.