¿Qué has dicho papá?

-¡Castigado sin leer!-repite. -Pero papá, si no leo me voy a morir- -Hay mucha gente que no lee y no le pasa nada, ¿sabes?- puntualiza mi tío-.

-¿Cuándo nos has visto tú a nosotros con un libro en las manos? -¡Nosotros no somos como el abuelo! -dice mi prima Camelia--. ¡Solo piensa en la lectura! ¡Por eso no tiene dinero!

-¡El abuelo Gregorio y su horrible librería!- refunfuña mi tía-. ¡Ojala cierre esa tienda de una vez por todas! ¡Ojala se deje de tantas fantasías! ¡Ya se podía haber ocupado más de sus hijos!

-Me has dejado en mal lugar ante toda la clase -contraataca Fran-. ¡No te lo perdonaré! ¡Nunca!

-Pero, primo Fran, el profesor solo quería que leyéramos en voz alta. Yo solo€

-¡Es que has leído demasiado bien! -exclama-. ¡El profesor te ha puesto como ejemplo! ¡He quedado muy mal por tu culpa!

Entro en mi habitación, el único lugar en el que me encuentro seguro. Aquí tengo todos mis libros. Me acuesto e intento dormir, pero no puedo.

Cada vez que pienso que no voy a poder leer durante un mes, me pongo nervioso. Y lo peor es que El caballero solitario está a punto de salir. -

¿Es el Caballero solitario?- pregunta el recién llegado, que es una chica.

-Me llamo Cristal y soy nueva en el barrio. Te lo dejaré hasta el sábado. Pero con una condición€ ese día convocaré a algunos lectores [en la librería] y les leerás el primer capítulo.

La lectura ha durado apenas 15 minutos, pero da la impresión de que llevamos aquí mucho más tiempo. Cuando estás escuchando algo apasionadamente, pierdes la dimensión del tiempo.

-Esta chica es lo más parecido a un libro-digo.

-Estás más enamorado de lo que creía- se burla [su amigo Hugo]-. Acabas de caer en sus redes, chaval.

-[Cristal] ¿te apetece acompañarme a la librería de mi abuelo? Voy a ayudarle a hacer balance de existencias. -Si no hago pronto este balance, tendré problemas-reconoce [el abuelo]-. Tu padre y tu tío han decidido cerrar la librería.

-Mis hijos no ven con buenos ojos este negocio-explica el abuelo-. Uno odia la lectura y el otro está dominado. -Lo peor es que el tío Francis quiere que sus hijos sigan su camino-digo-. Les ha transmitido el odio por la lectura. Ni Camelia ni Fran han comprado un libro en su vida. -

¿Cómo se hizo usted librero?-pregunta Cristal.

-Mi padre se aficionó a los libros y me transmitió su pasión. He leído a todos los autores, conozco el nombre de todas las editoriales, estoy al día de todos los tipos de letras, las clases de papel€pero ya ves, no me sirve de nada. Al final tendré que cerrar.

-Pero ¿por qué el tío Francis rechaza la lectura? Nunca he visto tanto odio hacia los libros. -Tú padre y tu tío eran amantes de la lectura, como tú. Ella [la abuela] les inculcó el hábito de leer. Pero, un día, Francis cambió de rumbo. Dejó de leer de un día para otro e influyó a tu hermano Gregorio. Una actitud inexplicable. Lo cierto es que, desde que dejó de serlo, se fue volviendo más duro, implacable y autoritario. Fue como si hubiera construido una muralla entre él y el mundo. Entre él y yo, sobre todo.

Cristal y yo estamos en la calle, frente a la librería. Hemos visto entrar a mi padre y al tío Francis, que, ahora, están hablando con el abuelo.

-¿Qué ha pasado?

-Pues están empeñados en cerrar la librería -explica-. Ya os dije que querían poner un local de ocio. Un gran local recreativo, con máquinas de videojuego y todo eso. Dicen que el negocio de los libros es antiguo y está desfasado. Solo piensan en el dinero.

-Escucha, abuelo -digo-. ¡Tenemos un plan para salvar la librería ¡El Gran Lector!

-Espero que tengas una buena idea-me dice el abuelo, si esto sale mal, lo vamos a pagar muy caro.

-No tengo ningún plan, abuelo. He recibido una llamada.

-¿De quién?

-Anónima.

-¿Me he negado a firmar esos documentos por una llamada anónima? -pregunta.

-Sí, abuelo. Una llamada de una amiga desconocida.

-Ya, ahora estoy más tranquilo- dice en tono irónico-. Me reconforta mucho saber que tenemos una amiga desconocida que puede ayudarnos€Y

luego dicen que la literatura es más fantasiosa que la realidad.

-Esto parece una novela policíaca- dice Hugo- ¡llamadas anónimas!

-Sí, igual que tu acertijo€ ¿a qué viene esa tontería? ¿Vas a decirme de una vez qué había en el bolso de mi prima Camelia? -Pero ahora hay que ocuparse de esto€Venga, vamos a trabajar€

Se acerca a la mesa del abuelo, mira con cariño la fotografía de la abuela, saca su teléfono móvil y hace una llamada.

-¿Luisa? Hola, soy Camelia€ Estoy en la librería de mi abuelo y veo que tiene libros estupendos. ¿Por qué no te das una vuelta por aquí? Claro, ahora€ ¡Ah, y llama a Isa, a Maria José, a Susi€! Que vengan con sus chicos€Sí, os espero€

-¿Cómo no se nos ha ocurrido antes? Lo preparas todo y se te olvida lo más básico.

-Bueno, mañana hablaremos de todo esto -dice-. Espero que te lo pases bien con el libro.

-Por fin voy a leerlo. No creo que duerma en toda la noche.

-Te lo mereces. Te has ganado el derecho a leerlo. Te va a encantar.

Se acerca y me da un beso. Después, se gira y se marcha.

Mientras la observo, aprieto el libro con fuerza y me acuerdo de lo que ha contado el abuelo sobre eso de que los libros hacen recordar a las personas que amas.

Si es verdad, me acordaré de ella. De ella y de la abuela€ y de esta historia€