Fue un 9 de diciembre de 1868 cuando el primer semáforo que regulaba el tráfico de vehículos empezó a funcionar en Londres, de una manera distinta ya que a través de un sistema de lámparas de gas de color rojo y verde indicaba el sentido de circulación.

La palabra «semáforo» es de origen griego: «????», señal, y «foro», llevar, es decir, semáforo es lo que «lleva las señales», y donde el verde da paso a la circulación, el ámbar indica la precaución, y el rojo significa detención.

Los semáforos han ido evolucionando con el paso del tiempo y actualmente y debido a su rentabilidad, se utilizan lámparas LED para la señalización luminosa, puesto que las lámparas de LED utilizan sólo 10% de la energía consumida por las lámparas incandescentes.

Como he comentado, los semáforos han ido progresando con el paso del tiempo, incorporando diferentes modalidades según a quién fueran destinados.

No solo hay semáforos para los vehículos que circulen por la calzada, sino también para otros vehículos como tranvías, bicicletas, autobuses y peatones.

Hoy me voy a centrar en los semáforos peatonales, ya que es algo muy habitual hacer caso omiso de ellos cuando no circulan vehículos por la carretera, aunque también es habitual ver escenas donde las personas pasan incluso cuando circulan vehículos teniendo el color más rojo que un tomate en el semáforo peatonal.

Está claro que esto es una imprudencia en toda regla, con el riesgo no solo de sufrir un accidente, sino lo que es aun peor: «el provocarlo».

El hecho de incumplir la obligación de detenerse ante un semáforo en rojo está muy bien definido en la normativa sobre seguridad vial, ya que constituye una infracción grave que lleva aparejada una sanción de 200 euros.

Por otro lado está el aspecto educativo, ya que aunque en ocasiones pensemos que los pequeños de la casa no se dan cuenta, es evidente que son esponjas y si observan a sus papás que no respetan las normas de circulación, verán esta acción como algo normalizado y sin riesgo aparente.

Son muchas las excusas que durante todo el tiempo que trabajo de policía he escuchado a la hora de llamar la atención a alguien que hace caso omiso del semáforo rojo peatonal.

Algunas de ellas como «es que no me he dado cuenta» -¿De verdad alguien no se da cuenta de que el semáforo está en rojo?-, «Llevo prisa» -Las prisas no son buenas compañeras de viaje- o, por último, «Si me da tiempo, yo controlo» -Esa es la mas graciosa-.

Por todo esto, invito a todos los lectores a que reflexionen antes de cruzar la calle de forma indebida, y recordemos que habrá niñ@s que nos están observando cómo estamos haciendo caso omiso del semáforo en rojo.