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Opinión | La Feliz Gobernación

La alcaldesa pistolera

Sonia Almela trata de tapar bajo una cascada de insultos su responsabilidad en la conservación de una obra cedida a Ceutí por el artista Antonio Ballester

Estado en que se encuentra la pieza de Antonio Ballester en un almacén del ayuntamiento de Ceutí.

Estado en que se encuentra la pieza de Antonio Ballester en un almacén del ayuntamiento de Ceutí. / L. O.

Recibo carta del ayuntamiento de Ceutí, y me da yuyu, pues a la misma hora leo en el colega de la mañana que la institución tiene por costumbre escribir a los muertos. Pero yo debo estar muy vivo, pues según la nota, publicada ayer íntegramente por La Opinión, miento, manipulo, divulgo afirmaciones falsas y sin contrastar, desinformo, propago bulos y rumores, carezco de rigor y otras lindas calificaciones. Me sorprende tanto cariño, cuando la carta la titulan «El coche está en el mismo sitio desde hace veinte años», y en el texto se asegura que «se encuentra desde 2009 en dependencias municipales». No me salen las cuentas. Desde 2009 a 2025 han transcurrido dieciséis años. ¿Se trata de una desinformación, una mentira, una falsedad o será sencillamente que no saben contar?

Todavía resulta más gracioso el párrafo en el que se me atribuyen «acusaciones falsas sobre supuestas dificultades del comisario [de la muestra Querido Antonio, recientemente clausurada en el Palacio del Almudí, y para la que se pretendía requerir una pieza de Antonio Ballester propiedad de ese Ayuntamiento], Vicente Martínez Gadea, para acceder a la obra, ya que nunca se estableció contacto alguno con la alcaldesa». Genial. ¡Ahí es donde estaba la dificultad: en contactar con la alcaldesa! Al comisario no le fue posible hablar con ella, a pesar de que se desplazó dos veces a Ceutí y lo intentó a través de algún intermediario de su partido. Yo mismo quise presentarlos al finalizar el acto del Día de la Región, el pasado 9 de junio: a las puertas del Teatro Romea me dirigí a Carmina Fernández, portavoz del PSOE en la Asamblea, para preguntarle si estaba por allí la alcaldesa de Ceutí, pero no era el caso.

Certificado.

Certificado. / L. O.

Como única respuesta a sus intentos, el comisario recibió una llamada, cuando ya había desistido de contar con el coche, de alguien que se presentó como concejal de Cultura o así lo interpretó (la competencia corresponde a la alcaldesa, que no la ha delegado), para recitarle una frase que era como un muro ante las argumentaciones de Martínez Gadea:«No os vamos a dejar el coche». Sin más explicaciones. «El comisario nunca se puso en contacto conmigo», asegura la alcaldesa, citada literalmente en la nota, lo que parece significar que no pudo poner pegas al préstamo provisional de la obra para su exposición. Claro: si no te pones a tiro para que te planteen la demanda, difícilmente podrás negarla. ¿Su secretaria no le había dejado nota de que Martínez Gadea pretendía ponerse en contacto con ella y la razón de su entrevista? ¿Por qué el comisario recibió esa llamada del personaje misterioso? ¿Adivinó éste por sí solo que alguien requería el préstamos del coche?

La alcaldesa pistolera

Así era el coche cuando se expuso en la Sala Verónicas en 2002. / Ángel F. Saura

La nota municipal arriesga mucho al afirmar que el coche de Ballester «nunca ha sido retirado, ocultado, movido, extraviado, manipulado ni puesto en riesgo y mucho menos cedido a terceros». Y citan de nuevo a la alcaldesa: «El coche está exactamente donde ha estado siempre. Todo lo demás son mentiras», asegura. ¿Nunca ha sido retirado? ¿Está donde siempre? Acompaño la nota de la Fundición Bronces Artísticos, de San Fernando de Henares, Madrid, que certifica que «desde el día 29 de noviembre de 2006, fecha en que recogimos el coche de madera de don Antonio Ballester en el Museo del Automóvil de la ciudad de Salamanca hasta el día de hoy, 22 de octubre de 2009, el mismo se ha encontrado en nuestras instalaciones [y añade la dirección], sin que nadie lo reclamara hasta la fecha de hoy», lo que firman el gerente de la fundición y el funcionario municipal que fue a recoger la pieza, sobre el sello municipal. El documento añade dos fotografías del coche completamente desmontado.

Por su parte, el diario La Verdad (edición digital del 18 de octubre de 2009) tituló: «Se esfuma una escultura con forma de coche de carreras», y en el texto de la información: «Es obra del artista murciano Antonio Ballester Les Ventes y fue cedida por éste al ayuntamiento de Ceutí», para continuar: «Sin embargo, está incluida en la lista de obras que supuestamente aportó el empresario Jesús Abenza como parte del pago de un solar municipal que había adquirido». Se informa también de que la secretaria municipal, en compañía de un policía local había recorrido todas las dependencias del Ayuntamiento sin poder encontrarla, a pesar de la espectacularidad del objeto. Estaba en una función de Madrid, adonde fue a recogerlo un funcionario cuatro días después de aparecer la noticia de la desaparición, que recuerda la novela Obra maestra, de Juan Tallón, sobre la desaparición de una escultura de 38 toneladas del Museo Reina Sofía.

La alcaldesa pistolera

La capa de polvo sobre el chasis es indicativa de su absoluto abandono. / L. O.

Recapitulemos. Para, como afirma la alcaldesa, no haber sido nunca el coche «retirado, ocultado, movido, extraviado ni puesto en riesgo y mucho menos cedido a terceros», el viajecito no fue corto: estuvo, al menos, en un museo de Salamanca y en una fundición de bronce de Madrid mientras se daba por extraviado. Y ahora, en efecto, está en un almacén municipal en las condiciones que pueden apreciarse en las fotos, tomadas esta misma semana, lo que contradice gravemente la afirmación de la nota sobre que el Ayuntamiento «reitera su compromiso con la conservación del patrimonio cultural de Ceutí». Esperemos que el concepto de ‘conservación’ por parte de la alcaldesa no le lleve a cuidar su coche como cuida el de Ballester: despiezado, arrinconado sobre un palet, sin cubierta alguna y con varias capas de polvo que ya forman costra sobre la carrocería.

Sutilmente, la nota de la alcaldesa deja caer que en ese almacén de trastos (al que llama dependencia) está desde el año 2009, como si la obra hubiera sido cedida por el artista ese mismo año cuando el coche ya había sido entregado con mucha anterioridad, tal y como se desprende de la declaración de Ballester ante el juzgado que investiga el caso de las compras de arte por el Ayuntamiento en la etapa del alcalde Manuel Hurtado, así como el certificado de la fundición de Madrid.

Y véase también que en la lista de obras de arte cuestionada judicialmente aparece un empresario, Jesús Abenza, como propietario del coche, que pretende endosar como parte del pago de una parcela municipal. ¡Pero si el coche fue donado por el artista al Ayuntamiento por el precio simbólico de un euro! Que lío. Lo que el artista regaló pasó a ser supuestamente parte del pago al municipio de un empresario. ¿Entiende la señora alcaldesa que es legítimo sospechar de la existencia de ‘mangoneos’ y ‘negocios inconfesables’ alrededor de este coche? Por supuesto, no me refiero a ella, que como quien dice, acaba de llegar al cargo. Sin embargo, sorprende que haya esquivado durante meses la demanda del préstamo para una exposición del artista, haciendo como que no sabía que la estaban buscando. Que le pregunte a su secretaria, insisto.

¿Un intento de no revelar supuestas actuaciones confusas de antecesores de su partido? ¿No querer remover el recuerdo de obras catalogadas en situaciones judiciales que se hallan en largo proceso? ¿O no pasar la vergüenza de mostrar en qué condiciones se encuentra una de las obras predilectas del artista?

La alcaldesa dice que miento en mis artículos. En casi cuarenta años de trabajo, solo otro político se adelantó a ella: el hoy exsecretario general de su partido, Pepe Vélez, pero a los pocos días me invitó a comer y me pidió disculpas, lo cual lo honra. No le pido tanto a esta alcaldesa; solo que no enmascare la verdad, que es otra manera de mentir. Esta señora tiene muy rápido el gatillo para intentar desacreditar a periodistas y amenazarlos con acciones judiciales, creyendo que así se pasarán por alto sus responsabilidades, elusiones o complicidades políticas a las que no se debería someter. Pero este no es un asunto entre una política y un periodista. Se trata, simplemente, de que una y otro, cumplamos con nuestras obligaciones. Y ya sin los fantasmas de Halloween en el ambiente, a ver si entiende de qué va esto de gobernar sometiéndose a la crítica. No hay fantasmas; es la realidad de las cosas. Y arregle ese coche, por favor se lo pido.

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