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Opinión | Pintando al fresco

Publicitando la industria

El otro día me encontré en la calle con un amigo que iba con su mujer y con su hijo pequeño que corría a nuestro alrededor con alta preocupación de sus padres. Comentamos lo travieso que era el niño y lo duro que era estar siempre atento a que no se hiciera daño, y entonces él dijo: ‘Pues en unos días tengo que viajar a Johannesburgo’, es decir, que ya no podría hacer su parte del cuidado del muy inquieto chavalín. De inmediato le pregunté a qué iba a tan lejano lugar, y me respondió ‘cosas del trabajo’. Como este hombre es ingeniero industrial y trabaja en una empresa que fabrica máquinas que tienen que ver con la producción eléctrica, supe en ese momento que tenían un cliente en Suráfrica. Y pensé, ‘de estas cosas de la exportación industrial ‘made in Murcia’ sabemos poco.

Así que escribo sobre el tema hoy aquí porque en esta Región se habla mucho de lechugas, tomates, uva, melocotones, melones y sandías, de las tremendas cantidades de producción agrícola que exportamos, pero se dice mucho menos de la producción industrial, que también está en marcha, aunque parece permanecer mucho más silenciosa, y, sobre todo, a la que parecemos estar ajenos, como si aquí solo fuésemos capaces de hacer productos para ensalada y postres.

Porque hace unos meses, en compañía de un alto cargo del puerto de Cartagena, dando una vuelta por el muelle nuevo de Escombreras – por cierto, resulta muy, muy impactante, llegar al final de ese espigón y darte cuenta de que casi podrías saltar a la isla de Escombreras, tan cerca queda del muelle -, cuando vimos que estaban cargando con una grúa un tremendo armatoste metálico en un barco mercante de tamaño mediano. Nos acercamos y preguntamos de qué iba aquel asunto, y allí nos explicaron que se trataba de una tolva para el desembarco de grano en un puerto de los Emiratos Árabes que había sido fabricada en un taller de Cartagena.

Como el que iba conmigo era un jefe, nos dejaron subir al barco para ver de cerca aquella tremenda construcción metálica y nos enseñaron la muy avanzada tecnología que aportaba, como su capacidad para medir el peso del grano que pasaba por la tolva, su grado de humedad y mil cosas más. Los receptores del encargo nos explicaron que habían sacado a público el proyecto, que se habían presentado varios posibles fabricantes de distintos países y que el elegido había sido el de este fabricante por su idoneidad. La máquina ocupaba un 50% de la cubierta del barco y tenía una altura de unos ocho metros.

Y sepan ustedes que, a la hora de fabricar máquinas embotelladoras para una fábrica de cerveza, refrescos y otros líquidos, nuestra Región dispone de una empresa que ya ha fabricado estos artilugios para media Europa, y que, a lo mejor, hay ahora mismo un alemán, o un sueco, quitándole el tapón a una bebida que se ha embotellado con una máquina ideada, diseñada y construida en un Polígono Industrial murciano, y luego trasladada a su lugar en Europa en uno o varios camiones. Y que hasta allí han viajado para montarla y ponerla en marcha técnicos formados en los Institutos Politécnicos de esta Región y en la UPCT, y lo sé porque uno de los diseñadores de esas tremendas máquinas fue alumno mío en un Instituto Politécnico, más listo que el hambre que era el chaval.

Propongo seriamente que, en los medios de comunicación, por cada página que le dediquemos, por cada programa de radio o de tele que aparezca hablando de los componentes de la ensalada y de la fruta en general, se publicite asimismo a la producción industrial, y que, si hacemos una tolva cojonuda, se sepa, y también se sepa qué estamos fabricando para Suráfrica y que, para embotellar, las mejores máquinas, las de aquí.

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