Opinión | La Feliz Gobernación
Marín se pasea por La Glorieta
¿Está el PP considerando al consejero de Hacienda como repuesto al liderazgo municipal de Ballesta en el supuesto de que éste no repetirá? La respuesta es sí, a pesar de que la distancia de dos años hasta las próximas elecciones aconsejen la máxima discreción sobre el asunto

Marín se pasea por La Glorieta / Juan Carlos Caval
Que por mayo era, por mayo, cuando canta la calandria y responde el ruiseñor, según el Romance del Prisionero, que el Cemop preguntaba a los ciudadanos sobre su valoración, de cero a diez, de un quinteto de políticos, a saber: Luis Gestoso, Luis Alberto Marín, Ginés Ruiz Maciá, Rebeca Pérez y José Ballesta. Así, a secas, sin identificar destino o función de cada uno de ellos. Pero el avizado lector sabrá desentrañar con facilidad qué los une en su evidente diversidad: su vinculación al ayuntamiento de Murcia en calidad de alcalde, uno, y de portavoces de los distintos grupos municipales, los demás, menos uno. Porque ¿qué pinta ahí Luis Alberto Marín, consejero de Hacienda, Empresa y otras industrias afines? La encuesta, sin duda de encargo, parece un test sobre la consideración que pudieran tener los líderes municipales capitalinos en el ecuador del mandato y, en consecuencia, su solvencia electoral para 2027.
En ciertos mentideros se da por hecho que el consejero está entrenándose para asumir el reto, que no es pequeño: revalidar la mayoría absoluta en la capital de la Región, un logro atribuido al valor añadido de Ballesta
El Cemop o, mejor, su cliente, parece tener claro que los portavoces de PSOE (Ruiz Maciá) y Vox (Gestoso) van a ser candidatos, de modo que no sugiere alternativas en ambos partidos, pero muestra sufrir más dudas respecto al PP, actual partido en el gobierno, para el que chequea a tres posibles postulantes. Dos de ellos, el alcalde, Ballesta, y la vicealcaldesa, Rebeca, son obvios, pero la introducción de un nombre inesperado, el de Marín, indica, sin duda, que es el objeto principal de la consulta. ¿Está el PP considerando al consejero de Hacienda como repuesto al liderazgo municipal de Ballesta en el supuesto de que éste no repetirá tras tres mandatos, el último de ellos gestionado con una más que meritoria entrega a pesar de sus conocidos problemas de salud? La respuesta es sí, a pesar de que la distancia de dos años hasta las próximas elecciones aconsejen la máxima discreción sobre el asunto para no convertir a Ballesta en un pato cojo.
En los mentideros
Los indicios no se limitan a esta encuesta, de cuyos resultados no tenemos conocimiento por su carácter reservado, aunque su misma realización es muy expresiva. Dicen, sin embargo, quienes aseguran haber recibido alguna filtración, que Marín no sale del todo mal parado, a pesar de su bajo nivel de conocimiento, circunstancia que también afecta a los demás, con la excepción, se supone, del alcalde en ejercicio. Aparte de esto, en ciertos mentideros se da por hecho que el consejero está entrenándose para asumir el reto, que no es pequeño: revalidar la mayoría absoluta en la capital de la Región, un logro atribuido al valor añadido de Ballesta.
El relevo natural sería, según la lógica orgánica, Rebeca Pérez, a quien tanto Ballesta como López Miras han bendecido, el primero nombrándola vicealcaldesa, y el segundo otorgándole la coordinación regional del partido
Es curioso que la historia se repita. También el actual alcalde permaneció en hibernación en una consejería, en su caso la de Fomento, cuando era evidente su destino ya durante el último tramo de su predecesor, Miguel Ángel Cámara, para gran incomodidad de éste, un malestar que al día de hoy no parece haber depurado.
El paralelismo, sin embargo, es imperfecto, pues en aquella ocasión Cámara ya acumulaba un insolente número de mandatos y su gestión decaía entre la prepotencia y la indiferencia más el estupor general por su alergia al uso de los cajeros automáticos. Por contra, la imagen de Ballesta está intacta y presenta una gran resistencia; la previsión sucesoria en el PP se justifica, en todo caso, en la posibilidad de que él mismo, por razones personales ya conocidas, decida concluir su carrera política al término de su mandato, al menos en un campo de batallas tan intensas como las que exige la política municipal capitalina, aunque es evidente que no se arredra ni aun en su situación. No solo mantiene al día su despacho y la coordinación de los concejales sino que se prodiga abundamente por todo tipo de eventos públicos. Nadie diría que es un político que está de salida, pero puede que se haya trazado límites a una dedicación tan intensa.
La solución Rebeca
Aun así, el relevo natural sería, según la lógica orgánica, Rebeca Pérez, quien suple con energía el papel institucional de Ballesta, quien evita entrar en debates polarizadores y se reserva en las polémicas. Para eso está Rebeca, quien tiene un perfil más activista, más de partido y a quien tanto Ballesta como López Miras han bendecido, el primero nombrándola vicealcaldesa, y el segundo otorgándole la coordinación general del partido en el staff de la dirección regional. En caso de ser candidata lo sería como primera mujer con opciones a la alcaldía de Murcia.
Marín se destapó en la etapa Feijóo incorporándose a su gabinete económico, y después capitaneó la candidatura a las generales, rompiendo su imagen de tecnócrata con gafitas para hacer sus pinitos en la selva de los mítines
Pero el perfil de Ballesta, un hombre sin cargos orgánicos y con imagen de cierta transversalidad, tal vez obligue a ensayar una fórmula parecida, superando el valor de la mera militancia activa y proponiendo una figura que pueda romper los límites de las siglas. Recordemos que el municipio de Murcia es fundamental en cualquier ecuación no solo local sino autonómica. Acertar en la propuesta es decisivo en términos generales. Por tanto, toda sucesión es delicada y debe considerarse con criterios muy afinados.
Pero también ha de tenerse en cuenta que la organización del PP en ciudad y pedanías es muy potente, y generalmente apuesta por alguien de ‘los suyos’, es decir, por quienes atienden a la razón orgánica. No son fáciles en esa estructura los aterrizajes de mirlos blancos, y la experiencia del propio Ballesta así lo demuestra, pues contó con la oposición de todo el cogollo camarista. Por otro lado, el PP municipal es muy suyo, goza de cierta independencia orgánica derivada de su fuerza hasta el punto de que los secretarios generales del partido, por mucho que lo cultiven, ceden algunos puntos de su autoridad respecto a otras juntas locales. Quiero decir que han de tantear antes que imponer.
Las posibilidades del mirlo blanco
¿Sería bien recibido el consejero Marín en ese contexto? La bola de cristal indica que, en principio, sería complicado para alguien tan claramente definido como ‘hombre de López Miras’ (el regional se haría con el local), y más porque no arrastra el pedigrí del actual alcalde, exrector que había cultivado una cierta popularidad a cuenta de desbordar el espacio universitario.
La organización del PP en ciudad y pedanías es muy potente, y generalmente apuesta por alguien de ‘los suyos’, es decir, por quienes atienden a la razón orgánica. No son fáciles en esa estructura los aterrizajes de mirlos blancos
Los consejeros de Hacienda no suelen ser los más simpáticos, y menos cuando administran arcas menguadas, y tampoco, por su función de intendencia, tienen demasiados escenarios en que campear para su conocimiento público. Sin embargo, Marín se destapó desde el inicio de la etapa Feijóo incorporándose a su gabinete económico, y después capitaneó la candidatura de Murcia a las generales, rompiendo su imagen de tecnócrata con gafitas experto en Economía y Derecho, para hacer sus pinitos en la selva de los mítines. El PP, ya se sabe, ganó las elecciones habiendo cumplido con solvencia en Murcia, pero Feijóo se tuvo que quedar en el banquillo y se anularon las expectativas de Marín, a quien se le atribuía la posibilidad de ocupar un cargo en el Gobierno popular que no existió. Prefirió, pues, renunciar a su papel de culiparlante y regresar a la briega murciana, a la vista también de que López Miras se había acomodado a su función en Hacienda, cargo para el que hay candidatos contados.
Y ahí está. Pero en ese trayecto se ha hecho notar, ha desvelado su perfil político, y desde hace un tiempo desarrolla una visible vida social, o quizá sea que ahora su porte de atractivo madurito sea más perceptible que cuando permanecía tapado. Lo cierto es que pasea la estampa de hombre en busca de destino, y merodea por espacios en los que concurren agentes sociales vinculados a la política local.
Pero hay algo no descartable, y es que Ballesta, llegado el momento, se dispusiera a repetir, y habría que volver al Romance del Prisionero: «...que ni sé cuándo es de día, / ni cuándo las noches son, / sino por una avecilla / que me cantaba al albor. / Matómela un ballestero; / déle Dios mal galardón».
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