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Opinión | Pasado de rosca

Maneras de socavar la democracia

Podríamos hacer un discurso esencialista acerca de si el presidente de Estados Unidos es o no es fascista. O más teórico todavía: definir qué es y que no es fascismo y ver dónde encaja el personaje. En su lugar, podemos repasar la posición de las piezas en el tablero y saber cómo se está jugando la partida.

Ejecuciones extrajudiciales

En su primer mandato, Donald Trump ya mostró su querencia por las ejecuciones. Tras una moratoria de 17 años, al final de su primera presidencia se reanudaron los ajusticiamientos. Entre julio de 2020 y enero de 2021, fueron ejecutados 13 reclusos. Al inicio de su segundo mandato, en enero de 2025, Trump firmó una orden para reanudar las ejecuciones federales. Y aunque todavía no se ha aplicado ninguna pena de muerte en territorio estadounidense, sí se han producido seis bombardeos a embarcaciones venezolanas en el Caribe, causando más de 30 muertos. Se las acusa de transportar drogas hacia EE.UU. pero, en lugar de capturarlas y llevar a sus tripulantes ante un juez, se los ha ejecutado extrajudicialmente. Trump ha celebrado que ahora nadie se atreve a ir a pescar en esa zona.

Llevar a los tribunales a funcionarios molestos

Están citados ante la justicia James Comey, exdirector del FBI, y Letitia James, exfiscal de Nueva York. Se hallan en su punto de mira el senador demócrata Adam Shiff, que fue fiscal en el primer juicio contra Trump en 2020; el exdirector de la CIA John Brennan; el fiscal especial que investigó a Trump por su posible papel en el asalto al Capitolio, Jack Smith. También antiguos colaboradores, como el que fue su asesor John Bolton. Quien se haya opuesto al presidente sabe que corre el riesgo de acabar en prisión.

Movilizar al ejército a feudos demócratas

Trump ha ordenado desplegar tropas de la Guardia Nacional en Los Ángeles, Portland, Washington y Chicago, ciudades gobernadas por miembros del partido Demócrata. Lo ha justificado como lucha contra el crimen, pese a la prohibición legal del despliegue militar para velar por el cumplimiento de la ley civil. Además, lo ha hecho sin el preceptivo permiso del gobernador del Estado. Este despliegue se interpreta como un acto intimidatorio para el partido rival.

Obstáculos a la libertad de prensa

Desde su llegada a la presidencia, Trump se ha dedicado a obstaculizar a la prensa libre. Ha negado acreditaciones a periodistas no afectos; ha presionado a propietarios de medios de comunicación para cambiar su línea editorial o para que despidan a periodistas que no sigan sus consignas; ha amenazado con la revocación de licencias a los medios críticos. Además ha presentado demandas contra The New York Times, por publicar informaciones que considera negativas sobre él, y contra The Wall Street Journal, por un dibujo obsceno con el que Trump felicitó el cumpleaños al pederasta Jeffrey Esptein.

Acciones encubiertas de la CIA en Venezuela

De sobra es sabido que la inteligencia estadounidense ha llevado a cabo multitud de acciones encubiertas fuera de sus fronteras en defensa de los intereses del país. Pero ningún dirigente de la Agencia o del Gobierno las reconoció nunca. Ahora, el presidente anuncia a bombo y platillo que estas operaciones tienen a Venezuela en la diana. Para que Maduro se eche a temblar.

Amenazas matonistas ‘urbi et orbi’

Y no solo el país caribeño es objeto de intimidación. España, sin ir más lejos, ha recibido la amenaza de aranceles. Los aranceles se han convertido en el arma favorita de Trump con la que atemorizar de modo atrabiliario a aliados y rivales, que para él son amigos y enemigos. Claro que es fácil pasar de la condición de amigo a enemigo y viceversa. Y para que todo quede claro, ha cambiado la denominación del Ministerio de Defensa a Ministerio de Guerra.

Nótese que quien en nuestro país recibe todas las complacencias de Trump no es sino Santiago Abascal.

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