Opinión | Salud y rock 'n' roll
Ni campeona, ni valiente, ni mejor persona
El puto cáncer no te hace ser ninguna de esas palabras que la gente dice cuando no sabe qué decir, sino, simplemente, una mujer queriendo vivir y salir de esto

Miedo, ansiedad, tristeza, rabia, incertidumbre. La vida se para en seco, todo salta por los aires. Así es como tu madre, tu hermana, una amiga o tú os habéis sentido al recibir la noticia de que tenéis cáncer. 2024 me marcó para siempre; nunca lo olvidaré por varias razones; una de ellas, el cáncer entró en mi vida, no de manera directa, pero sí afectando a una persona muy querida. A ratos, aún me cuesta creer todo lo que ha ocurrido desde el diagnóstico. Por mucho que intente ponerme en su piel, es imposible llegar a sentir cómo se siente ella y cómo os sentís todas las mujeres que pasáis por aquí. Hoy vengo cabreada e impotente a contarles una historia y alzar la voz.
Un 23 de febrero de 2024, entraste en quirófano; unas horas que todos vivimos en silencio, pendientes del móvil, con angustia, pero con el convencimiento de que todo saldría bien, y así fue. Aquel 23 de febrero tu vida había cambiado para siempre. Casi nadie habla de cómo te has sentido, cómo te has mirado al espejo cada día. Las lágrimas y la impotencia de repetirte una y otra vez la pregunta: ¿Por qué a mí? A pesar del dolor, tu sonrisa, tu fuerza y tus ganas han podido vencer al miedo y a la rabia. Ni campeona, ni valiente, ni mejor persona; el puto cáncer no te hace ser ninguna de esas palabras que la gente dice cuando no sabe qué decir. Simplemente una mujer, queriendo vivir y salir de esto. Y en ello estás, dándonos una lección a todos de fortaleza, de energía, de ganas de vivir y seguir bailando la vida juntas. Pero queda un paso importante, el más importante, diría yo. La reconstrucción mamaria no es solo una técnica quirúrgica, es una oportunidad de renacer, de volver a mirarte al espejo y hacerlo con amor, con seguridad. La reconstrucción mamaria es dignidad, es volver a sentirte viva, y la vida que un día se paró en seco vuelva a ponerse en marcha.
En las últimas semanas hemos sido testigos del escándalo ocurrido en Andalucía con las mamografías. Esto es gravísimo y, por un momento, deberíamos ponernos en la piel de todas las mujeres que se han visto afectadas ante lo ocurrido. El miedo, la ansiedad, la tristeza, la rabia o la incertidumbre. Sus vidas se han vuelto a parar en seco y todo vuelve a saltar por los aires. Nuestros gestores deben entender que la vida de la gente está en sus manos; la gestión de la sanidad pública es algo muy serio y merece que todos los agentes implicados en todas las comunidades autónomas revisen y corrijan los errores y se asuman responsabilidades; esto no va de dimisiones y ya. Esto va de trabajar para mejorar, fortalecer y reforzar los procedimientos sanitarios, no solo en la detección del cáncer. Por ejemplo, en la Región de Murcia, una paciente oncológica lleva más de 20 meses esperando su cirugía de reconstrucción mamaria, cuando lo recomendado es que los expansores que lleva solo estén en su cuerpo de 6 a 8 meses si no ha recibido tratamiento. Una de las máquinas necesarias para su intervención ni siquiera está comprada y, lo peor, no hay presupuesto para ello. Mientras tanto, el tiempo pasa. La vida para ellas, las pacientes oncológicas, se paró cuando recibieron su diagnóstico. Han llegado hasta aquí, quieren seguir con su vida, cerrar una etapa y avanzar. La vida de muchas de ellas gira en torno a esa cirugía que, por fin, les dé una nueva vida. Quizás aquellos que gestionan deberían pasar una temporada en la planta oncológica de su hospital de referencia para darse cuenta de la importancia que tiene ponerse en la piel del otro, entender que la vida de los pacientes oncológicos, o de cualquier paciente de la sanidad pública, depende de la buena gestión, del correcto reparto del presupuesto y que todos los hospitales tengan el material y maquinaria suficiente y necesaria para que sus pacientes puedan recibir la mejor sanidad pública y de calidad que merecemos.
La vida no espera, va demasiado rápido. En el Día Mundial contra el Cáncer de Mama, alzo la voz por todas aquellas mujeres a las que respeto, admiro y quiero. Por todas las que ni son campeonas, ni luchadoras, ni mejores personas por vivir lo que están viviendo; son simplemente mujeres que quieren seguir con sus vidas. Por vosotras va esta columna, y que VIVA LA VIDA.
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