Opinión | Las fuerzas del mal
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Me pregunto, les pregunto, si estuvieran a diez minutos del momento de una muerte largamente anunciada en un instante preciso, no lo que hubieran deseado hacer y no hicieron, sino aquellos momentos que lamentarían que se fueran como lágrimas en la lluvia

El actor Rutger Hauer interpretando a Roy Batty en 'Blade Runner'.
El otro día me caí en un agujero. Últimamente vivo con una dieta sonora de ruidos blancos de lluvia, y me pregunto si habrá algún festival dedicado a eso. No sé si la gente que pasa debajo de mi balcón se piensa que tengo una puerta al Amazonas. En todo caso, mi monstera piensa que sí y está dispuesta a ocupar el espacio que cree merecer. El accidente sucedió porque cogí una lista de canciones de musicales, sobre todo de Rodgers & Hammerstein, pero también algo de Lloyd Webber, algo de Bernstein. Fui con cuidado con Brigadoon porque, aunque me encanta, no hay nada tan pasteloso. My Fair Lady era un paraje conocido de tantas veces escuchado, porque aprendí inglés con sus canciones. Donde me descuidé fue en Tonight, de West Side Story. Ese fue el agujero en el que me caí. Me puse a llorar como un zagal pequeño que se hubiera hecho daño. Hacía tiempo que no lloraba por nada. ¿No les ha pasado que sienten que tienen el corazón seco, frío, que todo lo comprenden y aceptan, que aunque luchen por todo lo que merece la pena, nada les conmueve, que esa bomba late con un ruido seco, como si en lugar de sangre fuera una finísima arena roja la que corriera por las venas? Fue como si se hubieran abierto unas compuertas que contenían un río oculto. Mientras lloraba, encontré que no era la voz de Marni Nixon —que hace de Natalie Wood cantando, que hace, a su vez, de la puertorriqueña María— la que llamaba las lágrimas, sino el recuerdo de otra versión de West Side Story, una donde Kiri Te Kanawa cantaba con José Carreras y que compré en mi primer viaje al Reino Unido. Un vinilo que me aprendí de memoria para luego olvidarlo completamente, hasta que vino a darme el mazazo en la cabeza con esta canción.
Lo que me lleva a la hipótesis del replicante. Me pregunto, les pregunto, si estuvieran a diez minutos del momento de una muerte largamente anunciada en un instante preciso, no lo que hubieran deseado hacer y no hicieron, sino aquellos momentos que lamentarían, como el replicante Roy Batty en Blade Runner, que se fueran como lágrimas en la lluvia. Seguramente tendré algunos, muchos, aunque tantos otros han quedado escritos, pero ahora mismo no podría señalar ninguno. Lo que me hace parecer desagradecido, y no lo soy, pero es que ando con una cara de acelga que hasta mi madre tuvo la prudencia de preguntarme si quería una fiesta sorpresa hoy, que es mi cumpleaños, y que si la hacía, yo tenía que hacer como que me sorprendía. Le he dicho que no, de esos noes que uso, que son tan redondos e irritantes y que dicen que no tienes ninguna gana de farolillos en ningún sitio. Y conste que no me quejo de cumplir años, Quizás es que, todavía —toco madera—, me queda por vivir. Todavía me quedan mis puertas de Tannhäuser, por más que no existan en el espacio conocido, porque la otra opción es siempre peor, y aún no he escogido esos instantes maravillosos que se perderán, como lágrimas en la lluvia.
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