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Opinión | Café con Moka

Entre símbolos

En casa, como dice mi hijo: somos de celebrarlo todo; maravillosa herencia que mi padre nos legó. Cualquier pretexto es bueno para organizar algo especial, decorar la casa o hacer alguna receta típica. Llevamos, pues, meses pensando, diseñando y preparando sus disfraces de Halloween para este año; y mientras lo hacemos ya lo disfrutamos. En esta ocasión, el mayor, con unos intereses y gustos bastante personales ha elegido la representación de Medusa como atuendo; el ser mitológico griego con cabellos de serpiente que convertía en piedra a todo aquel que lo miraba fijamente a los ojos.

Esta particular elección ha traído consigo una atención extraordinaria por el mundo y el entorno de los reptiles y las culebras. Su morfología, sus diferentes colores, su alimento, su hábitat… Así, entre otras cosas, hace unos días me preguntaba por el sentido que tenía la copa rodeada por serpientes que había visto en todas las farmacias que había visitado. Le expliqué entonces que ésta era la copa de Higía, la diosa griega de la Salud, y que simbolizaba el poder curativo que tenía el veneno cuando se usaba como antídoto, como medicación.

Pero lo importante es la reflexión que yo me hacía días después. Él guardaba en su subconsciente esta forma sin mayor repercusión, pues jamás nos había consultado por ella, pero está claro que tampoco pasó desapercibida. Sólo hizo falta un nuevo estímulo que indujese y recuperase ese recuerdo. Fue entonces cuando me di cuenta de la trascendencia de los símbolos a los que están expuestos nuestros pequeños a diario.

Recordaba, también, sus cuestionamientos sobre el arco iris que lucían diferentes edificios y emplazamientos con motivo del Día del Orgullo LGTBIQ+ y cómo esta curiosidad fue la excusa perfecta para explicarle la importancia de dotar de significado a los símbolos y representaciones que nos rodean. Le decía entonces que un arco iris es mucho más que un dibujo; para muchas personas supone libertad, igualdad, respeto y un lugar en el que sentirse a salvo. Por eso nosotros lo llevábamos en nuestros abanicos y mamá en su bolsa para ir al trabajo. Llevar o no el pañuelo palestino, el lazo morado o la paloma de la paz no es algo banal.

Los signos y símbolos son la base del lenguaje que utilizamos para pensar y organizar nuestras sociedades; son herramientas para compartir experiencias emocionales y culturales creando sentido de comunidad y memoria colectiva; han sido utilizados desde la prehistoria para contar historias y transmitir ideas; nos ayudan a interpretar el mundo y darle sentido a nuestro entorno; son fundamentales para el desarrollo de conceptos más complejos y ayudan a regular nuestras acciones y comportamientos en un contexto social determinado. El conocimiento y reconocimiento de los signos puede ser y ha sido en diferentes periodos de la historia la diferencia entre vivir o morir.

En los niños, éstos despiertan la imaginación y la curiosidad y les ayudan a entender el mundo. Son instrumentos poderosos para educar en valores, transmitir cultura y formar la identidad. Pues bien, en un entorno y un contexto difícil y complicado de comprender y asimilar, incluso para los que tenemos cierta edad, es crucial saber discernir y elegir los símbolos y representaciones que queremos que los guíen y acompañen. Los símbolos que nos van a significar, entre los que van a crecer y vivir.

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