Opinión | Cartagena D.F.
La IA eres tú
Cien mil personas, seis días, de momento, ¡sin agua potable! Eso sí es un escándalo y no los sobres y las bolsas con dinero que circulan de aquí para allá en papeles de la UCO e informes judiciales

Reparto de agua en Los Alcázares / Ivan urquizar
Lo confieso, recurro a la IA para informarme, documentarme y hasta para que me ayude en la elaboración de este artículo. Sí, sí, la inteligencia artificial. Es más, en este preciso momento, la estoy utilizando y ¿saben qué?, que probablemente, usted también la esté usando ahora mismo, mientras se detiene en estas líneas. Es prácticamente imposible escapar de ella, la llevamos permanentemente en los bolsillos del pantalón, en nuestras muñecas, en nuestros bolsos, ocupa nuestras mesillas de noche y, sí, no lo nieguen, también nos acompaña al baño. Nos persigue a todos lados, cuenta nuestros pasos y hasta adivina nuestros pensamientos y condiciona nuestra toma de decisiones. Estamos imbuidos y casi abducidos por ella y solo convirtiéndonos en náufragos en una isla desierta en otro mundo, si es que eso fuera posible, podríamos huir de su influjo. ¿Creen que exagero? Pues no me hagan caso a mí, acudan a la feria del libro de Cartagena esta tarde y busquen a Eloy Moreno y su libro Redes, que nos pone frente al espejo que refleja lo perdidos y solos que podemos estar entre una multitud cada vez más homogénea y, a la vez, tan aislados. No es que estemos ciegos, es que, a veces, nos sentimos incapaces de levantar la vista. Porque sí que hay más ciego que el que no quiere ver, el que ni siquiera se molesta en intentarlo y se deja llevar por la corriente, que en esta era digital y tecnológica hemos bautizado como IA, con los algoritmos, los miles de millones de datos y las estadísticas como las modernas biblias o coranes que seguir con fe ciega.
Suya, de la IA digo, ha sido la culpa de que no les esté escribiendo ahora de los cien mil vecinos de aquí al lado que llevan más de lo razonablemente soportable sin agua potable. Ha sido la IA la que ha desviado mi intención inicial de titular la columna de hoy ‘Agua para nadie’, ese lema que nos recuerda que el acceso al líquido elemento es un derecho humano reconocido por la ONU, que nos da la vida, pero también es capaz de quitárnosla, y no olvidemos que de agua se compone hasta el 70% de nuestro cuerpo. «Be water», que decía el maestro Bruce Lee. Curioso y trágico que sea el agua en catastrófica abundancia la que nos deje sin agua, que sea el agua que necesitamos en cada rincón de nuestro ser la que pueda llevárselo todo por delante y desatar escenas que rememoran a las colas de pandemia en los supermercados, aunque esta vez lo que se agotó fueron las garrafas y botellines en un plis plas, pero también los platos y cubiertos desechables, porque no se podía lavar ni tampoco tirar de la cadena. Cien mil personas, seis días, de momento, ¡sin agua potable!, en la avanzadísima Europa, en el siglo XXI. Eso sí que es un escándalo y no los sobres y las bolsas con dinero que circulan de aquí para allá en papeles de la UCO e informes judiciales. Y luego nos consideramos el primer mundo. Aunque claro, no es lo mismo el primer mundo del Paseo de la Castellana o de la Gran Vía de Murcia que el de una callejuela o plazoleta de San Cayetano, que aunque esté más cerca, igual no saben ni dónde está y, sobre todo, donde el ruido mediático apenas alcanza las páginas, las ondas o los píxeles de sus pantallas. Dejen ustedes seis días sin agua a La Moncloa o a La Zarzuela. ¿Demagogia? ¿O realidad? ¿Realidad o sueño?, que se preguntaba Pau Donés rememorando a Calderon de la Barca.
En fin, que mientras introducía en el buscador la expresión ‘Agua para nadie’ para documentarme antes de escribir este artículo, cuál ha sido mi sorpresa tras terminar de leer las muchas alusiones a este lema, de toparme con la siguiente advertencia: «Las respuestas de la IA pueden contener errores». Lo primero es que digo yo que ya podrían ponerlo al principio. Lo siguiente es que me ha recordado a la mesa sobre IA que se desarrolló en el Congreso Retina Murcia, que se ha celebrado este jueves y viernes en el Hospital Morales Meseguer. «La IA puede acertar y darnos soluciones muy rápido, pero también se equivoca muy rápido», dijo uno de los ponentes, que nos recordó que esta tecnología solo son datos, estadísticas y algoritmos, que nos pueden hacer pensar que tratemos con un experto, pero que no lo es y que lo realmente valioso es el patrimonio humano. Estoy convencido de ello, que son las personas que se dejan su talento y su piel por sacar adelante una cita cada vez más arraigada y más grande en nuestra Región, que la hace referente de la investigación sobre la retina y que es un lujo trabajar codo con codo con un equipo tan entregado y tan preparado.
Comprendí, entonces, que si la IA comete errores es porque nosotros los cometemos y eso es lo más humano del mundo. Porque la IA somos tú y yo.
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