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Opinión | Pintando al fresco

Caros comienzos universitarios

Universitarios en el Aulario de La Merced de la UMU.

Universitarios en el Aulario de La Merced de la UMU. / L.O.

Ahora que ya están todos los nenes y nenas situados en sus centros educativos, tratemos de analizar algo de lo que ha ocurrido estos últimos meses en el seno de las familias –esto de ‘el seno’ me suena regular, pero es lo que se dice –a la hora de colocarlos en sus sitios correspondientes, y me voy a referir solo al personal universitario de primer año, dejando para otro día a los más pequeños, que también tienen tela que cortar.

Comencemos: los chicos y las chicas han aprobado su 2º de Bachiller y la PAU correspondiente y sumando y dividiendo han conseguido unas notas que van desde el 5 al 14. En general, suele haber bastante diferencia entre las calificaciones conseguidas en el Bachiller y las de la PAU, sobre todo cuando se dan unas ciertas circunstancias debidas a los distintos tipos de centro donde se ha hecho el Bachiller, pero no entremos en eso y que cada palo que aguante su vela.

Ha llegado pues el momento de elegir carrera porque, aunque muchos tienen las vocaciones claras, los hay que llegan con el abanico abierto. Suelen tener claro que ‘Letras, no’, o que ‘Matemáticas, ni verlas’, pero algunos llegan al menos con un trío de posibilidades a escoger. Y comienzan a aparecer los problemas, los gordos quiero decir: si Medicina, la nota para la pública está en 13 y muchísimo, y en el raro supuesto de que tu hijo o hija haya conseguido entrar, el resultado puede ser que no sea en tu Región, sino en las universidades de las Islas Canarias o en Galicia. Y si digo Medicina, puedo también decir Informática o Matemáticas. Las ofertas de la Pública en Murcia en estas carreras cubren tantos por cientos mínimos de las peticiones que reciben y ahí se quedan los muchachos/as empantanados y sin otra opción que la de irse a la Privada o a Tenerife, que pilla un poco retirado.

Y entonces llega la toma de la gran decisión. ¿Cuánto me cuesta la carrera de mi nene en la Privada cerca de mi casa? ¿Cuánto me cuesta en Tenerife, o en Zaragoza donde también ha sido admitido, con alquiler de piso o residencia, comidas, viajes, etc.? Pues en ambos casos un dineral que está trayendo consigo, algunos casos conozco, la petición de un crédito en un banco para poder pagar la carrera, y a menudo la decisión de la Privada: ‘Sí, me cuesta un poco más, pero tengo a la nena en mi casa, con lo que yo la iba a echar de menos en Tenerife’.

Y aquí voy a hacer un aparte, con su permiso. El hecho de que nuestros gobernantes digan que el dinero de los impuestos está mejor en nuestros bolsillos, lo que trae consigo es que la Universidad Pública reciba menos dinero de las arcas regionales, y pueda ofertar menos plazas en las carreras más solicitadas, y que nosotros tengamos que acudir a las Privadas a dejarnos allí la pasta que nos hemos librado de abonar en los impuestos. No sé si me explico.

Como ustedes saben, el plan Bolonia quitó de en medio las carreras de cinco años y las de tres, pasando todas a cuatro años más uno de máster. Pues en esto del máster está la otra madre del cordero en lo que al gasto familiar se refiere, porque este curso de especialización en la Pública cuesta un huevo, y en la Privada los dos, y qué hace un ser humano sin un máster si hasta para casi todas las oposiciones les piden tener uno. Pues, hala, a hacer el máster, cueste lo que cueste, aunque los padres y las madres lleven la misma ropa desde que comienzan el nene el grado en la Universidad hasta que acaba el máster cinco años después (en Medicina, más).

Y esto te puede pasar con un hijo, pero, ¿y si tienes dos a la vez en época universitaria? ¿y si tienes tres, cada uno con su carrera y ninguno en el lugar dónde vives? Pues conozco yo a una pareja que se vio en estas circunstancias, tres hijos estudiando fuera de casa a la vez, ¿y saben ustedes lo que hicieron ese padre y esa madre? Pues liar los bártulos e irse a vivir a la ciudad donde estaba la universidad de los hijos. Con suerte, eso sí, porque pidieron traslados en sus trabajos y se los concedieron, aunque con el desarraigo correspondiente. La vida, oiga.

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