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Opinión | El especialista

Policía Local, periodista y criminólogo

No aprendemos del agua que nos ahoga

Un vecino de Los Nietos limpia las calles tras el paso de la dana

Un vecino de Los Nietos limpia las calles tras el paso de la dana / LOYOLA PEREZ DE VILLEGAS

Las alertas meteorológicas van por zonas y además evolucionan a cada hora. Si hay alerta naranja donde usted vive y en su municipio no está lloviendo, no diga: ¿para eso tanto alarmismo? Porque sepa que su vecino del municipio de al lado se puede estar ahogando. Las nubes son caprichosas y al moverse descargan donde les da la gana.

Cada vez que una dana asoma por el horizonte, España entera se encoge y no es para menos, cada dana viene acompañada del desastre que dejará a su paso. Este fenómeno meteorológico -la Depresión Aislada en Niveles Altos- se ha convertido en el incómodo invitado que nos visita más de lo que debiera. Es un desastre que en muy pocas horas deja un panorama asolador allá por donde pasa. Carreteras anegadas, viviendas inundadas, servicios de emergencia desbordados, ciudadanos preocupados y pérdidas económicas millonarias se repiten año tras año como si no hubiéramos aprendido nada del anterior episodio.

El cielo tiene parte de culpa, como es evidente, no lo podemos controlar, por más que se corra el rumor infundado del hombre de la avioneta, cuando la naturaleza dice de descargar, estén seguros de que descarga. Pero hay un problema que sí podemos controlar y es desde la tierra. No se engañen, las danas son inevitables; culpen a quien ustedes quieran, pero ningún Dios tiene la culpa del agua que caiga; lo que sí es evitable es su impacto, en más ocasiones de las deseadas -influenciado por ignorancia, chulería o interés- la falta de planificación urbana, la construcción en cauces naturales, la ausencia de limpieza en ramblas y alcantarillado o la improvisación institucional ante la emergencia, amplifican los daños. Los fenómenos meteorológicos nos atacan, pero somos nosotros quienes, muchas veces, les dejamos la puerta abierta para que nos tumben del primer puñetazo.

En la Región de Murcia, Comunidad Valenciana o Andalucía conocemos demasiado bien lo que supone vivir bajo una alerta roja. A pesar de ello, en contra de los avisos meteorológicos que recibimos y los consejos de seguridad que emanan de organismos oficiales, seguimos viendo que con las primeras gotas de lo que será una inundación segura, todavía quedan vehículos estacionados en las vías inundables, contenedores no retirados por los servicios correspondientes, imprudentes ciudadanos que quedan atrapados con sus vehículos, vecinos que ignoran las recomendaciones o ayuntamientos que tardan en activar sus planes de emergencia. La cultura de la prevención sigue siendo la gran asignatura pendiente. Somos más de llorar cuando nos duele que de prevenir para no llorar después.

Es necesario que todos los ayuntamientos y todas las Comunidades Autónomas revisen sus protocolos, sus infraestructuras, para que cuando llueva no surja la sorpresa. Los servicios meteorológicos hacen su parte, pero la prevención es una tarea colectiva. A pesar de ello todavía queda alguno por ahí que no hace caso de la AEMET y prefiere encomendar su seguridad y la de los vecinos que representa a una aplicación de pago. Si quieren seguir mi consejo, hagan caso siempre de los mensajes de la AEMET y del resto de canales oficiales y no hagan caso a los chamanes en cuestiones de meteorología. La dana nos ha demostrado que no podemos luchar contra ella. Si no puedes con tu enemigo, únete a él. Y eso queremos, aprender de su comportamiento y respetarla para que no nos dañe. Mientras sigamos mirando al cielo esperando que no nos toque, en lugar de mirar al suelo para ver qué hemos hecho mal, nos mojaremos más de lo necesario.

Los ciudadanos debemos conocer y aplicar los consejos que nos repiten incansablemente desde las instituciones oficiales. Mantenernos informados de las predicciones meteorológicas a través de medios de comunicación oficiales; no atravesar ni a pie, ni con vehículos, tramos inundados, la fuerza del agua nos puede arrastrar; si vamos a viajar utilizaremos preferentemente autopistas y autovías, son más seguras; además tenemos que alejarnos de ríos, playas, acequias, balsas y de cualquier zona inundable y zonas bajas de laderas, para evitar ser sorprendidos por una súbita crecida del agua; hay que localizar las zonas más altas del lugar en el que estamos porque las podemos necesitar en caso de crecida; los desagües y canaletas es fundamental mantenerlos limpios y libres de obstáculos. Para informarnos lo mejor es consultar los principales canales oficiales con parte meteorológico y sintonizar las emisoras de radio si perdemos la electricidad. Por último, por favor, sigan las indicaciones de los servicios de emergencia y en caso de urgencia llamen al 112, pero no llenen la línea de llamadas como se llenan las calles de agua durante la tormenta, cada llamada innecesaria es como una gota más que desborda el sistema. Si no es urgente, guarde su llamada, hay quien la necesita para pedir ayuda de verdad.

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