Opinión | Pulso político
Joaquín Segado Martínez
El sanchismo es machismo
Importan el feminismo y los derechos de las mujeres solo en la medida en que puedan utilizarse políticamente

Archivo: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en la inauguración de la IX Cumbre Global de la Alianza de Gobierno Abierto (OGP) 2025, en Vitoria. / Carlos González
Un Gobierno que presume de ser el más feminista de la historia de la democracia ha terminado siendo el más nocivo y dañino para la causa de la igualdad y los derechos de la mujer. Y el que, además, ha albergado unas vergonzosas prácticas de machismo que no han tenido precedentes.
Cabe recordar que, nada más llegar al poder, Pedro Sánchez y su Gobierno se apropiaron, entre otras, de la bandera del feminismo y la defensa de la mujer. Hasta el punto de acusar de machistas a todos aquellos que no siguieran a pies juntillas sus consignas y su doctrina acerca de lo que debía ser un buen feminista, que pasaba por aplicar su estrategia del enfrentamiento y la polarización también en ese terreno. Las lecciones y la moralina que en materia de feminismo impartía el ‘progresismo sanchista’ se hicieron realmente insoportables. Pero no tardaría en destaparse lo que no era sino otra impostura y otro fraude más, de los muchos que han distinguido al PSOE de Sánchez.
Y no solo desde el punto de vista de la gestión y las iniciativas de Gobierno, con ser esto ya muy grave de por sí. La Ley del Solo Sí es Sí, que el Gobierno de Sánchez se empeñó en aprobar pese a las recomendaciones en contra del Consejo General del Poder Judicial y expertos juristas que advirtieron sobre sus nefastas consecuencias, fue la primera gran muestra, no solo de su ciego sectarismo, sino de su falso feminismo. Una monumental chapuza que, por desgracia, tendría su lamentable continuidad con el caso de las pulseras antimaltrato defectuosas, que han dejado a mujeres víctimas de violencia de género a merced de sus maltratadores.
Son dos ejemplos muy ilustrativos de que el discurso feminista del PSOE y sus socios de la extrema izquierda no se corresponde con la realidad, y de que tampoco asumen responsabilidades ante sus políticas chapuceras que dañan a las mujeres. Y de que, encima, muestran una falta de empatía alarmante hacia las víctimas que denuncian su desamparo, a las que llega a tachar de mentirosas. Además, se atreven a acusar a los demás de crear alarma por una situación que ellos mismos, con su ineptitud, han generado.
Pero es que, además, no tardarían en salir al descubierto determinados comportamientos dentro del PSOE y del Gobierno de Sánchez que, no solo no casan con el feminismo que dicen defender, sino que resultan especialmente denigrantes y degradantes para la mujer. Primero fue el caso de aquel diputado socialista conocido como ‘Tito Berni’ y sus fiestas con prostitutas, una de las cuales organizó, para mayor escarnio y fariseísmo, el mismo día que se votó en el Congreso la abolición de la prostitución. Después vendrían las sonrojantes conversaciones en las que José Luis Ábalos y Koldo García elegían y se repartían prostitutas para sus orgías, mediante catálogos de señoritas. Para mayor vergüenza, pagadas con dinero público.
Entre medias, la renuncia de uno de los sustitutos de Santos Cerdán, Paco Salazar, el mismo día en que fue elegido adjunto en la Secretaría de Organización del PSOE, después de que varias militantes socialistas le acusaran de "comportamientos inadecuados". Y qué decir del propio Pedro Sánchez: se presenta ahora como abolicionista tras no haber tenido impedimento alguno en lucrarse a título personal de los negocios de prostitución de la familia de su mujer.
Y ante todos estos escándalos, ¿dónde están las feministas de guardia del PSOE y de la izquierda en general? Con su inacción y su silencio, han terminado demostrando que le importan el feminismo y los derechos de las mujeres solo en la medida en que puedan utilizarlos políticamente. Mientras anunciaban grandes progresos para la causa feminista, el Gobierno que con tanto entusiasmo vienen respaldando ha supuesto un grave retroceso tras décadas de avances en materia de igualdad entre hombres y mujeres.
El sanchismo, además de fraude, engaño y despotismo, también es machismo.
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