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Opinión | Salud y rock and roll

@la_unzu

Ya no salgo más

El tiempo pasa rapidísimo, y yo me siento un poco como el meme de John Travolta vestido de Pulp Fiction mirando de un lado a otro como buscando algo

Imagen de archivo

Imagen de archivo / Pinterest

Han sido semanas intensas de trabajo; mi teléfono hace unos días me decía que había un cambio brusco en mi quema de calorías; no sé cuántos kilos he perdido, pero varios he dejado por el camino. He ganado un par de moratones en el muslo, unas cuerdas, bridas, un tornillo, restos de crema protectora solar y horas de sueño. He vuelto al mar, la playa solo para mí; el agua del Mediterráneo está mejor que nunca; el verano acabará cuando me vuelva a tatuar y aún queda. He retomado por fin la lectura, Días de sol y piedra, de Los Alpes a Roma de Pepe Pérez-Muelas: «Tengo miedo desde hace meses. A la muerte, al vacío, al silencio. Tal vez por eso he decidido hacer este viaje». Recorrió la vía Francígena 1014 kilómetros por Italia en bici. Si todo va bien, en bici no, pero iré a finales de noviembre; seguro que el libro de Pepe me descubre rincones que visitar, además de sus vivencias en ese viaje tan personal que realizó el año pasado y que ha convertido en este bello libro.

Jero Romero ha sacado EP, 6 bellas canciones como todas las que hace. Parece que ha llegado el otoño, aunque yo me resista; anochece antes, duermo con las ventanas cerradas y pantalón de pijama, el de mamá. Me he cortado el pelo, cada vez más corto, y he inaugurado la temporada de cremas calentitas para cenar. Por las noches enciendo un par de velas mientras me tumbo en el sofá a ver alguna serie y evadirme de todo. La Casa Guiness me ha entretenido; huir al siglo XIX y descubrir el nacimiento de la destacada cervecera con todos los entresijos sociopolíticos de la época me ha parecido una forma perfecta de desconectar del ruido. He llevado el coche al taller; en las últimas semanas hemos tenido una relación demasiado intensa y es el momento de darnos unos días. En el supermercado ya anuncian Halloween y ya están los lineales llenos de turrones; el burrito sabanero y Mariah Carey calientan por la banda. El año se acaba, mi cumpleaños se acerca y a lo lejos veo el cambio de armario, sacar las bufandas y los abrigos, aunque también me resisto. El tiempo pasa rapidísimo, y yo me siento un poco como el meme de John Travolta vestido de Pulp Fiction mirando de un lado a otro como buscando algo. Siento empatía con el Premio Nobel de Literatura, un apellido así te marca de por vida, cuántas veces lo deletreará al día, yo he perdido la cuenta. Y las cartas que le llegarán con apellidos inventados que nada tienen que ver con la realidad, László Krasznahorkai, hasta a mí me da vértigo. El otro día andando por la calle pasé por delante de la parada del tranvía, hora punta, nadie levantaba la cabeza, todo el mundo miraba una pantalla. Yo iba con los auriculares y la música a todo volumen cantando, al mirarles me preguntaba y aún lo sigo haciendo: ¿en qué nos hemos convertido?

Hoy me he levantado con resaca emocional y física; un fin de semana que empezaba en el Jumillano recibiendo amigos (Luis, Rayuelo, Elisa, Izan), hemos hablado de amor y comido michirones. Nada que empiece así puede acabar mal. Aún tengo la sonrisa puesta y en mi cabeza suenan los acordes de JoseLuis, Los Planetas y Perro entre otros. Necesitaba tanto que llegara este día, escuchar Mi hermana pequeña, Segundo premio, Miedo de un país, Todo lo malo o La reina de Inglaterra. He dado muchos besos y abrazos, muchos. Por fin he tocado a gente que solo conocía a través de X; por mucho que digan que es un lodazal, unos cuantos somos la resistencia. Un grupo de gente unida por la música se encuentra en Bullas; por mucho que llueva o truene, venidos de Granada, Madrid, Elche o Barcelona para compartir un vino, unas migas, Flumil y hoy domingo decir «Ya no salgo más». Hemos sufrido bajas considerables, una costilla rota, contratiempos de última hora, pero los que hemos resistido lo hemos vivido por todos. Al enamoradizo del grupo le digo que esto es amor, compartir una mesa, un buen vino, rica comida. Compartir música, encontrarse en un lugar que aparentemente está perdido del mundo, pero que quizás lo convirtamos en tradición y volvamos aquí, porque soy de la opinión que siempre hay que volver donde fuimos felices. Bullas, llueve, truene o relampaguee, siempre será un sitio al que podemos volver. Contad conmigo para el siguiente encuentro en el que seguir pagándole la jubilación a Jota, aunque no pueda ir a Granada, nos vemos en la próxima. Por último diré, ES PINTÉ.

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