Opinión | El prisma
¿Por qué otra polémica sobre el aborto? | Falso misterio insondable
El torpe Almeida ha metido la pata en el peor momento

El alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, atendiendo a los medios. / EFE/Zipi
Una torpeza notable del alcalde madrileño, José Luis Martínez Almeida, desencadenó la enésima polémica sobre el aborto o, más bien, sobre los vergonzantes intentos del sector más reaccionario del PP de restringirlo o eliminarlo como un derecho de las mujeres. Dificultarlo ya lo hace en las autonomías donde gobierna. Tuvo el regidor capitalino la fortuna de otra más gorda que la suya, la de la consejera de Sanidad andaluza dejando sin mamografías a miles de mujeres, la escondió.
En esa deriva de ser más derechista que Vox -cosa no tan difícil partiendo de donde se parte-, este episodio madrileño tiene tintes especiales. Porque Almeida no necesita a los Santiago-y-cierra-España. Ni para gobernar ni para nada. Para eso tiene mayoría absoluta de 29 concejales. Hasta el punto llega su torpeza que perdió esa moción antiabortista porque faltaron al Pleno ediles de la mayoría del PP.
Como enseña el aceptar la moción voxista para informar a las mujeres de un inexistente síndrome postaborto, el alcalde madrileño es doblemente incompetente: por apoyarla y no sacarla adelante y por meterse en un jardín en que los municipios no tienen competencia. Con este hombre hay que pensar lo del pato, pero a otro nivel. O seguir al pie de la letra el aserto de Forrest Gump: tonto es el que dice tonterías.
Que el regidor pisoteara flores del jardín sirvió para que su jefa directa, doña Isabel Díaz Ayuso (IDA), arrasara inmediatamente con el parque completo, declarándose nuevamente insumisa al negarse a implantar el registro de médicos objetores de conciencia a practicar abortos. Es decir, rechazando de plano y por la buenas cumplir la legalidad vigente que juró respetar y hacer respetar. Insumisa y perjura, pues.
Tras el papel protagónico que tiene doña IDA en este sainete que el PP representa un día sí y otro también, el que dice ser y no se sabe si es líder de la formación saltó apresuradamente, obligado por el retrecherismo negacionista de su «delegada» en la Comunidad central, con un escrito en el que aseguraba que en el cada vez más hipotetiquísimo caso de que presidia el Gobierno garantiza que el aborto seguirá vigente «conforme a las leyes».
El voto femenino es cosa muy a tener en cuenta en cualquier elección en el Estado español y, obviamente, Núñez Feijóo, con los años que lleva en política, lo sabe muy bien. Como muy bien sabe que la negligencia en prestar a las mujeres los cribados preventivos de cáncer de mama en Andalucía pasa factura, y más que va a pasar, a su partido. En todo caso, si uno fuera mujer estaría más que aterrorizada ante la posibilidad de ser gobernada por los dos personajes que ostentan las más altas magistraturas en la capital de todas las Españas y en su Comunidad. Con mayoría absoluta ambos: recuérdese para escarnio de sus oposiciones respectivas.
El torpe Almeida ha metido la pata en el peor momento. Justo cuando no tocaba, que diría el prócer de los próceres y profeta de la FAES. Mientras el andaluz «moderado» y proximísimo a Feijóo Juanma Moreno le está viendo las orejas al lobo por la negligencia estúpida de su ya exconsejera de Sanidad, al abogado del Estado regente de Madrid no se le ocurre otra cosa que tramitar la fantasmagórica moción voxista y encima hacer el ridículo de ser incapaz de aprobarla teniendo mayoría absoluta en la Corporación.
Con perdón del escaso lectorado que a uno le debe ir quedando, un güertano de toda la vida diría que «esto es pa mear y no echar gota». Como lo es que, no estando Murcia aparentemente en ninguno de los avatares que ocurren en Madrid, ya falta que el consejero de Sanidad, Juan Antonio Pedreño, explique cómo es que, habiendo solo 39 médicos en el Registro de Objetores a practicar abortos, el 99,07% de las interrupciones de embarazo se hacen en centros privados y solo el 0,03% en hospitales públicos, como contó Ana Lucas en este periódico. ¿Es misterio insondable, como lo de Almeida, o es política premeditada de derivaciones a los sanatorios de los amiguetes para que hagan negocio? Los dueños y los galenos, digo.
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