Opinión | MIEL, LIMÓN & VINAGRE
Nicole Kidman vuelve a llevar tacones

La actriz Nicole Kidman. / REDACCIÓN
Si hay un papel que borda Nicole Kidman (58 años) es el de esposa y ama de casa pluscuamperfecta que luego... sírvanse de rellenar la línea de puntos con una tragedia personal, una oscura cara oculta o una mentirijilla que acaba como el rosario de la aurora. La ganadora de un Oscar por su interpretación de Virginia Woolf en Las horas vuelve tener su habitación propia para ella sola. Después de 19 años de matrimonio, ha pedido el divorcio al músico de country Keith Urban (57) después de un verano si verse, ella rodando en Londres la segunda parte de Prácticamente magia y él de gira internacional.
Como muchos han advertido a toro pasado, se veía venir: en el carrusel de fotos que la bella actriz ofrecía en sus redes sociales como resumen de la estación había estampas de sus hijas, de su hermana Antonia y etcétera, pero ninguna del cantante neozelandés. «Dificultades maritales y diferencias irreconciliables», expone el documento que ratifica el final de la pareja. Si ella se encuentra «devastada» y se siente «traicionada» por una posible infidelidad de Urban, como dicen algunas fuentes, la desolación no le ha impedido partir peras con mano firme.
Nicole Kidman, nacida en Hawaii aunque australiana por familia y crianza, es donante del partido demócrata pero sobre todo una luchadora por la causa de las mujeres. Además, ya pasó un divorcio tras un matrimonio de once años con Tom Cruise, sobrevolado a baja altura por la Iglesia de la Cienciología a la que él pertenece. La disolución del vínculo marital supuso para la estrella perder casi por completo el trato con los dos hijos que adoptaron juntos Isabella (33) y Connor (30), que se quedaron con el padre y su fe, y con quienes solo décadas después ha logrado recomponer afectos. «Ahora puedo volver a llevar tacones», resumió con ironía su ruptura en un programa de televisión, aludiendo a los buenos centímetros que le sacaba a Cruise. En este su segundo divorcio se ha asegurado el papel de «progenitora residencial principal» de las hijas habidas con Keith Urban, Sunday Rose (17) y Faith Margaret (14), nacida por gestación subrogada. Las chicas vivirán con ella 306 días y con su ex 59. Las vacaciones se reparten de forma equitativa según sea año par o impar. Los adultos se comprometen a seguir un curso de rupturas civilizadas, a pactar todas las decisiones importantes de la familia y a no socavar la figura del prójimo ante las adolescentes. Por lo demás, cada uno se hace cargo de sus gastos y habita las propiedades a su nombre. En el protocolo de divorcio presentado ante el tribunal en septiembre, incluso se dividen escrupulosamente los puntos ganados con el uso de tarjetas de aviones y hoteles. Los millonarios también ahorran. Se acabó el romanticismo. Adiós al glamour.
Y sin embargo, la historia de amor de dos décadas de Kidman y Urban tuvo de lo uno y de lo otro, y, cómo no, auténticos retos. Se conocieron en una cena ofrecida por el gobierno australiano, y él quedó prendado de «su aura de otro mundo. Sentí que estaba conociendo a una princesa». Le echó valor, «en una fase de coqueteo estilo Cocodrilo Dundee» y le pidió el teléfono. Empezaron a salir y se casaron al poco, sin conocerse del todo. El ganador de un Grammy la ayudó a olvidarse de sus penas (abortos naturales, distanciamiento de sus hijos) y ella le apoyó en su desintoxicación de las drogas con un ingreso a los cuatro meses de pasar por el altar. Aseguran que la lucha contra las adicciones estaba contemplada en un acuerdo prematrimonial que incluía una cláusula de la cocaína por la cual ella abonaría 600.000 euros al músico por cada año que pasase alejado de dicha sustancia. De manera que no tendrá dificultades para pagar el láser con que borrar los cuatro tatuajes que porta con el nombre de la actriz de Babygirl; si se ha comportado, su divorcio le puede salir muy rentable tras 19 años. Un tiempo en el que ambos procuraron decirse lo importante de viva voz, y no a través de mensajes de texto, para evitar malentendidos. O peores interpretaciones.
Hace unos días, en un concierto en Las Vegas, Keith Urban ha tenido un detalle de lo más feo con Kidman. Cantaba The Fighter, un tema de amor inspirado en ella. En un momento dado, señalando a la voz invitada Maggie Baugh (con quien se le relaciona) cambió la palabra darling por Maggie y entonó en lugar del estribillo «querida, seré tu luchador», «Maggie, seré tu guitarrista». Vaya, Nicole. No necesitas tacones para superarle en talla.
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