Opinión | Desde mi picoesquina
La Retirada: exilio republicano español en Francia (I)
Cientos de miles de personas, huyendo de la represión franquista, cruzaron apresuradamente los Pirineos en medio del frío y la nieve

Imagen Tumba de Walter Beejamin en el cementerio de Portbou / D.J.
Portbou es un pueblecito situado junto al Mediterráneo, en la parte nororiental del Alto Ampurdán catalán, en la provincia de Girona, muy cercano y limítrofe con Cerbère, en Francia. Con poco más de 1.080 habitantes, esta localidad ha perdido hoy su importancia estratégica de hace años, con una estación ferroviaria entonces pujante, un lugar apetecido por nuestros vecinos franceses en busca de mercancías más baratas que en su país, y zona de paso, todo hay que decirlo, del contrabando, consustancial a localidades fronterizas.
Portbou fue el punto de partida de mi reciente viaje de cuatro días de duración que, acompañado de un reducido grupo de personas y en visita guiada, realicé a las localidades del Rosellón francés, para conocer en directo y revivir emocionalmente las penalidades sufridas por cientos de miles de personas que, huyendo de la represión franquista tras la caída de Barcelona el 26 de enero de 1939 y del resto de Cataluña en los siguientes días, hubieron de cruzar apresuradamente los Pirineos por varios puntos, en medio de la nieve y el frío y con el acoso de la aviación alemana y tropas terrestres del dictador gallego.

Cama en la que murió Antonio Machado.
Portbou es una localidad que destaca por dos hechos históricos: fue sitio de paso del poeta Antonio Machado hacia Collioure y lugar en donde acabó sus días Walter Benjamin. Reseñaré en primer lugar brevemente la muerte, en 1940, del intelectual judío alemán.

La Retirada: exilio republicano español en Francia (I)
W. Benjamin intentó conciliar el marxismo con su herencia cultural judía y con las tendencias artísticas vanguardistas. Buscó el apoyo de los filósofos marxistas-críticos Theodor Adorno y Horkheimer. Muy opuesto a la teoría nazi y a la hipocresía de la democracia burguesa y el capital financiero e industrial alemán que veían en el nazismo la forma de contrarrestar la influencia socialista se estableció en París. En 1940, tras la ocupación de Francia, se traslada a Portbou para dirigirse a Portugal y EE. UU., donde le esperaba su amigo Adorno. Pero la policía le intercepta, al no llevar la visa de salida de Francia. A raíz de ello, y en un hotel de la localidad, temeroso de que la Gestapo esté sobre sus pasos, ingiere una dosis alta de morfina, muriendo el 26 de septiembre de 1940. Tenía 48 años. En su carta de despedida en francés, ubicada en una placa en el cementerio, dice (transcribo esta resumida): «En una situación sin salida, no me ha quedado otra opción que acabar […] Os ruego que transmitáis mis últimos pensamientos a mi amigo Adorno […] No me queda tiempo suficiente para escribir cuanto hubiera deseado transmitiros».
Por su condición de suicida, y para poder ser enterrado en el cementerio católico de la localidad, se barajaron varias causas de su muerte, incluyendo un asesinato. Hoy se conoce la verdad. Portbou le rinde homenaje, no sólo albergando su tumba, sino con la erección de un Memorial, Pasajes, junto al cementerio, con un túnel de acero en caída hacia el mar y otros conjuntos escultóricos, obras del artista israelí Dani Karavan, que fueron financiados por algunos estados federales alemanes y por la Generalitat de Cataluña. Actualmente está en remodelación la antigua casa consistorial de la localidad para completar el Memorial dedicado a este filósofo y escritor judío.

Casa Quintana, pensión en la que murió Machado / D.J.
ortbou también guarda el recuerdo del fugaz paso de Antonio Machado. El insigne poeta representante de la Generación del 98 salió de Barcelona en coche el 22 de enero de 1939, en un viaje de seis días, acompañado de su madre, Ana Ruiz, su hermano José y su mujer Matea y el escritor Corpus Barga. El hispanista Ian Gibson, en Los últimos caminos de Antonio Machado, que sigue los atormentados últimos años y meses del poeta, nos aclara que el poeta llega destrozado.
Cuando entraron en Portbou, la carretera de acceso a Francia estaba cerrada por orden del Gobierno francés y colapsada, por lo que tuvieron que dirigirse a pie hacia el Collado de Belitres, con la lluvia y los guardias flanqueando el camino. En lo alto del collado, en la misma línea fronteriza, Corpus Barga se dirigió al comisario de policía y le explicó que Machado era para España lo que Paul Valéry era para Francia, por lo que se les permitió el paso. En coche, pudieron llegar hasta Collioure, mi siguiente destino.
Situado en la histórica región del Rosellón y bañado por el Mar Mediterráneo, este pequeño pueblecito pesquero -hoy, ante todo, turístico- atrae por su benigno clima, el colorido de sus casas, su vocación cultural y una luz intensa que durante años ha seducido a pintores de todas partes, inspirando a Picasso, Marquet y a un Henri Matisse que afirmó que no había un cielo más azul en toda Francia.
Machado se alojó en la pensión Casa Quintana, hoy L’Espace Antonio Machado, convertido en un museo que conserva incluso la cama en la que murió, el 22 de febrero de 1939. Su madre fallecería tres días después. Fue enterrado provisionalmente en el pequeño cementerio de Collioure, en un nicho cedido por una vecina de la localidad, para ser trasladado más tarde a su ubicación actual, junto a su madre. Al pie de su tumba, en la que no faltan nunca flores frescas y banderas tricolores republicanas, reza el siguiente poema: «Y cuando llegue el día de mi último viaje/y vea partir la nave que nunca ha de tornar/ me encontraréis a bordo ligero de equipaje/casi desnudo, como los hijos de la mar».
Este coqueto pueblecito del Rosellón, que mantiene vestigios de su herencia cultural catalana, conserva con respeto los restos de tan ilustre vecino. Durante el franquismo, los intentos de Dionisio Ridruejo y Fraga por repatriarlos a España contaron con la contundente negativa de sus habitantes y de José Machado, hermano del poeta. Su modesto cementerio, que aloja también los restos mortales del pintor valenciano Balbino Giner, es un símbolo de todos los españoles que tuvieron que abandonar su patria después de la Guerra de España.
Suscríbete para seguir leyendo
- De la Fábrica de Casera a la Central Lechera Murciana: las impresionantes fotos de la arquitectura industrial desaparecida en Murcia
- ‘Miraqueplan’ este fin de semana en la Región: catas en barco, conciertos gratuitos y mercadillos artesanales
- La Región se prepara para un fin de semana más otoñal: bajada de temperaturas, nubes y posibles lluvias
- Arrancan las obras de la residencia universitaria en Centrofama con 260 plazas
- Todo lo que debes saber sobre la Magna Procesión Jubilar de Murcia: horarios, itinerario y pasos
- Sesenta colegios de la Región piden dar clase hasta los 14 años incorporando 1º y 2º de ESO
- Una nueva discoteca llega a Murcia: conoce horarios y fecha de apertura
- Fue la Fábrica de Harinas de Murcia, pasó 50 años abandonada y ahora se transforma en eje de la creatividad murciana: así será La Constancia
