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Opinión | La Feliz Gobernación

El hombre que aportaba soluciones

Fernández Vara deja en la Región un recuerdo muy especial, ligado a esa intención de los socialistas tradicionales de intentar resolver los conflictos en vez de estimularlos

El socialista Guillermo Fernández Vara

El socialista Guillermo Fernández Vara / EFE/Archivo/Jero Morales

Guillermo Fernández Vara ha representado el PSOE genuino, y respecto al sanchismo es como el agua y el aceite, si bien la diferencia respecto a otros barones del partido podría establecerse en su discreción pública, tal vez porque en la última etapa debía resguardarse de asuntos contingentes. La corriente de cariño que se le ha tributado es efecto, sin duda, de ese reconocimiento a los viejos rescoldos de un partido que, desde Zapatero, se ha ido volatilizando en su identidad.

En la Región de Murcia deja un recuerdo muy especial, ligado a esa intención de los socialistas tradicionales de intentar resolver los conflictos en vez de estimularlos, incluso aunque sus adversarios políticos pudieran sacar tajada de su buena disponibilidad acusándolo de jugar contra los intereses de su propia Comunidad. Me refiero a cuando, en plena polémica postrasvase del Ebro y enfocada ésta hacia la continuidad del Tajo, aportó la solución del Tajo Medio. Lo hizo con intención conciliadora, y lo mantuvo: fue invitado a Murcia por el Club La Opinión y expuso sus tesis mientras el PP armaba jaleo contra él en Extremadura, dando lugar a la sospecha de que sus posteriores dificultades electorales pudieran tener algún asiento en esta actitud.

El actual presidente socialista, Fuentes Zorita, me recuerda incluso que para su conferencia en Murcia hubo algún problema para contar con la sede habitual del Club. La posibilidad del Tajo Medio tenía la virtud de que habría aliviado la cabecera y resuelto los problemas de Castilla-La Mancha en el Guadiana, según Fuentes Zorita. Consecuencia o no de esta iniciativa, a la que el PSOE tampoco hizo mucho caso, lo cierto es que Fernández Vara perdió las autonómicas extremeñas y, tras evitar referirse después a este asunto, volvió a ganar en las siguientes, también como consecuencia o no de todo esto.

En definitiva, un verso suelto, no por capricho sino porque cabe suponer la recepción en Extremadura de la política de permanente dependencia del PSOE de la política catalanista. Su virtud ha sido la contención, de ahí que la jerarquía sanchista haya acudido en pleno a honrarlo a diferencia de lo que hiciera con el aragonés Lambán. Pero no cabe duda de que pensaba lo mismo que éste.

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