Opinión | Murcia D. F.
El Segura se ‘hermana’ con el Sena
El río murciano sufre episodios continuos de espuma blanca sin que la Confederación halle nunca la causa ni los artífices de tan prodigioso fenómeno

Aparición intermitente de espuma blanca en el Segura. / L. O.
La bella ciudad de París no sería igual sin su río. El Sena constituye un atractivo más para los ciudadanos de esa ciudad que están siempre deseando poder bañarse en sus aguas. Lo llevan anhelando más de un siglo, el tiempo que lleva contaminado su cauce debido a los vertidos que ni siguiera las inversiones estratosféricas gastadas (1.400 millones) han logrado hacerlo apto para el baño en su totalidad.
En algo se parece el Sena al Segura salvando las distancias. El murciano río tampoco es apto para el baño en su tramo urbano y, periódicamente, sorprende esa espuma blanca que aparece y desaparece, como el Guadiana, cuando hay lluvias. Se sospecha de vertidos industriales, al menos eso dicen los ecologistas, sin que la Confederación Hidrográfica del Segura haya podido determinar o comprobar esa denuncia de los verdes. Increíble que a estas alturas no se sepa por qué aparece ese prodigioso fenómeno.
La Confederación llegó a decir incluso que era culpa de las lavadoras y que era el Ayuntamiento el responsable de su mantenimiento en el tramo urbano, donde tuvo que despreciarse la idea de hacer competiciones acuáticas en su cauce por la contaminación que padece que no le hace apto para acoger actividades humanas.
Murcia desde hace muchísimos años mira con nostalgia a su río como así también lo hacen los parisinos, hermanados en ese punto, como ciudades ribereñas que son. Nada sería igual sin la vida acuática de esos cauces que dotan a ambas urbes de una personalidad propia y de un encanto natural alejado de lo urbanístico y de las construcciones artificiales. Tampoco serían la misma ciudad otras poblaciones ribereñas con ríos impresionantes, como el Danubio, que dota de majestuosidad las zonas que atraviesa con su enorme caudal.
Parece que este hecho no es importante para unas administraciones en la Región que se muestran miopes en cuanto a su río. El Segura no es el Sena ni el Danubio pero tiene posibilidades de ser un atractivo más en la ciudad de Murcia. Los intentos de la Confederación por hacerlo más atractivo fracasaron por la no creencia de que eso podía llegar a ser. Ahí están las inversiones de los sotos del Segura hace casi tres décadas, cuyo dinero (cerca de seis millones) no sirvieron para convertir el espacio en una zona de recreo.
Tampoco el proyecto de sacar los lodos del cauce y hacer pantalanes recreativos tuvieron el resultado esperado aparte de estar envueltos en cierta polémica por la burocrática contratación y los vertidos de esos desechos. El Ayuntamiento de Murcia ha intentado hacerlo atractivo a través de la iniciativa Murcia Río, que ha permitido a los ciudadanos tener unos paseos y espacios interesantes para el ocio.
Sin embargo, ha pinchado a la hora de hacer los dos grandes parques metropolitanos, verdaderos pulmones para la ciudad y para el río. El de Barriomar, denominado Parque Metropolitano Oeste, se atasca de un año a otro, aunque en estos momentos se ha aprobado el proyecto para su licitación que supondrá una inversión superior a seis millones. Nunca antes un jardín tuvo tanto dinero para llevarse a cabo, lo que permitirá convertir esa zona verde en la más grande del municipio con 5.000 árboles muy necesarios para frenar la contaminación galopante que sufre la ciudad de Murcia.
Este parque Oeste aún ha tenido suerte, y desde que se anunció hace lustros (era alcalde Miguel Ángel Cámara), a trancas y barrancas no ha caído en el olvido impulsado por unos vecinos que no han dejado de luchar para que se haga realidad. Peor suerte ha tenido el gran pulmón del Este. No hay nadie para llorarle y para reivindicarlo en este momento y solo supone una mancha verde en el mapa del Plan General de Ordenación Urbana (PGOU), que está prácticamente caducado y en proceso de revisión.
Qué bonito sería que el Segura estuviera abrazado por esos dos grandes pulmones y qué bonito sería que la espuma blanca dejara de fluir por el cauce. La Confederación no sabe cómo hacerlo. Quizá habrá que llamar a Iker Jiménez, de Cuarto Milenio, para su estudio como fenómeno paranormal. Por nadie pase.
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