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¿Qué esperas de tus estudios universitarios?
Las esperanzas de los adolescentes dependen de las ideas que posean y transmitan sus familias, las instituciones y los medios de comunicación

Alumnos durante el primer examen de la PAU 2025, en la Facultad de Químicas. / Carlos Luján - Europa Press
Arquitectura típica de la huerta murciana, de uso doméstico. Estilo barroco popular, presenta dos alturas, planta cuadrada y en el centro de la cubierta, la torre, elemento que da nombre a su tipología arquitectónica. Posee un reloj de sol en uno de los lados de la torre y un escudo nobiliario en la fachada catalogado como Bien de Interés Cultural (BIC), Número 30387-1. Hoy día se ha convertido en la Casa del Belén de la Región de Murcia, como museo de artesanía belenista.
Hace pocos meses surgió una polémica en la política nacional relativa a currículums hinchados con títulos universitarios inexistentes. El insólito apoyo de la ministra de Universidades a uno de los acusados de falsificar su título aumentó la tensión. Estos incidentes han brindado la oportunidad a los profesores universitarios, y a toda la sociedad, de plantearse qué significa poseer un diploma de una institución de enseñanza superior. En principio, el documento valida la experiencia o conocimientos adquiridos y puede que una competencia profesional específica. Pero transmite otros valores: capacidades intelectuales, esfuerzo individual o estatus futuro. En cualquier caso, refuerza el valor personal, profesional y social del portador.
Ascensor social. Una investigación reciente, en el marco del estudio PISA sobre logros académicos que anualmente lleva a cabo la OCDE, abordó un aspecto importante del título y de los estudios que certifica: la de ascensor social, es decir, en qué medida una persona joven espera que el nivel educativo que logre favorezca la movilidad social y aumente su estatus socioeconómico. El trabajo de Francesca Borgonovi y Artur Pokropek publicado en la revista Science, abordó cuáles eran las expectativas de los adolescentes de 15 años respecto a los beneficios que sus estudios les reportarían cuando alcanzaran la treintena. Los datos se pusieron en relación con la mayor o menor desigualdad socioeconómica de los 57 países participantes, evaluada, como en otros estudios similares de este y otros campos, a través del índice de desigualdad de Gini.
Las opiniones y esperanzas de los adolescentes dependen de las ideas que posean y transmitan sus familias, las instituciones y los medios de comunicación acerca de la educación y el desarrollo social y económico. Por ejemplo, si piensan que viven en una sociedad meritocrática que favorece la mejora del estatus si se alcanza un nivel educativo elevado. Esta creencia es muy importante, porque contribuye a que la motivación para estudiar sea mayor, se invierta más esfuerzo en los estudios, en la adquisición de experiencias y en la correcta elección de carrera académica y profesional. Los resultados confirmaron que los adolescentes son optimistas y creen que en un futuro sus logros académicos los llevarán a disfrutar de una mejor posición social.
La paradoja es que esta creencia en la meritocracia era mayor en los países con más desigualdad socioeconómica. Estos países con los adolescentes más optimistas, y en su mayoría más desfavorecidos, alcanzan menos resultados educativos globales y poseen menor movilidad social. Es, por tanto, donde menos garantía hay de adquirir conocimientos necesarios para subir de estatus. La idea prevalente en la sociedad no se corresponde, en estos casos, con la existencia de oportunidades reales para prosperar. La situación de los jóvenes es paralela a la del optimismo irreal que caracteriza a muchos emprendedores: confían, en medio de una gran incertidumbre, en que su modelo de negocio va a ser exitoso. Lo cierto es que la mayoría de los nuevos proyectos empresariales suelen tener una vida corta.
Expectativas. Otro problema de las falsas expectativas es que pueden hacer más aceptable la desigualdad al ofrecer a los ciudadanos instrumentos que, en apariencia, permiten la movilidad social ascendente. Pero, si las expectativas no se cumplen, pueden conducir a la frustración individual, a la desconfianza en las políticas educativas y económicas y al malestar social.
La recomendación general de los investigadores para todos los países es fortalecer el acceso a una enseñanza de calidad y eliminar barreras para la movilidad social. Se conseguiría así un ajuste de las expectativas y motivación de los adolescentes a las posibilidades reales de mejorar su estatus futuro. Así el resultado se basaría más en sus méritos que en condiciones iniciales desiguales de familia o recursos.
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