Opinión

Feijóo se libera de Sánchez, y sobre todo de Ayuso

El Congreso Triunfal del PP aplasta en alpargatas al Comité Federal del PSOE y abre el camino a una victoria electoral de las derechas

José María Aznar, Alberto Núñez Feijóo, Isabel Díaz Ayuso y Mariano Rajoy, en el cierre del Congreso del PP.

José María Aznar, Alberto Núñez Feijóo, Isabel Díaz Ayuso y Mariano Rajoy, en el cierre del Congreso del PP. / José Luis Roca

La pregunta esencial plantea si el PP prefiere un resultado en las generales que le obligue a gobernar con Vox o donde solo necesite el apoyo de Junts, aunque la desintegración acelerada del PSOE no descarta ya una mayoría absoluta de los populares. Los socialistas no tienen garantizados ni el centenar de diputados. Mientras se fija la fecha de la debacle electoral de la izquierda, Alberto Núñez Feijóo despidió su Congreso Triunfal en alpargatas y sin corbata. Parecía un actor de reparto de ‘As Bestas’, con la dicción galaica corregida por el tonillo castizo de imitación aznarista, que ha incorporado para gobernar Madrid.

El presidente reelegido del PP con el cien por cien de los votos no se ha distinguido por su laboriosidad en la oposición, pero la clave en política no es actuar sino esperar. De hecho, su discurso de consagración este domingo ha sido tortuoso y previsible, hasta el punto de que el orador se ha visto obligado a despertar a la audiencia con los tres vivas de ordenanza finales.

Feijóo habla desde el alivio de quien se ha liberado al fin de Pedro Sánchez, y sobre todo de Isabel Díaz Ayuso. El PSOE y la presidenta del club de la comedia madrileño son los grandes derrotados de un fin de semana con temperaturas preelectorales. El Congreso Triunfal ha aplastado a un Comité Federal con destituciones incluidas.

Hasta la fecha, la prepotencia de Sánchez siempre se había visto refrendada por los hechos. Cabe imaginarle hundido, al ver cómo sus esfuerzos se estrellan contra el acantilado. El PSOE vuelve a asimilar la lógica inclemente de los mandatos políticos. Durante la luna de miel, hasta las peripecias negativas de un Gobierno ofrecen saldo positivo.

Cuando se pierde el estado de gracia, todo sale mal, aunque se haga bien.

El primer rasgo de astucia que se le descubre a Feijóo consiste en percibir que, en la fase de despegue del PP, insultar a Sánchez es perder el tiempo. Por eso entonó el sermón de todos los vencedores de antemano, incluida "la España que funcione" de Felipe González, en agradecimiento a los servicios prestados por el exsocialista en la decapitación del sanchismo.

Para entender el balance del fin de semana español, hay que mirar hacia el protagonista único de la política mundial. Parodiando al Trump de "podría disparar a una persona en la quinta Avenida y no perdería ni un voto", el PP se encuentra en ese punto en que podría fichar a Santos Cerdán sin extraviar ni un sufragio. No le afecta el discurso engreído de presidentes autonómicos con la argolla de Vox al cuello, y que dejan como humilde a López Albiol. Nadie advierte contradicción en los funcionarios populares que suben al estrado a "decir no a vivir del Estado".

No importa que Feijóo predique el "centro reformista" a las órdenes de Vox en media España, ni que sea difícil extraer una sola propuesta llamativa de su discurso. Quiere ser previsible, ya no se inmuta ni cuando Ayuso reclama el protagonismo mustio de "te vamos a acompañar y vamos a estar vigilantes". A quienes exploren las causas del hundimiento de Sánchez, conviene recordarles que se desencadena en cuanto el presidente del Gobierno comete el error mayúsculo de enfrentarse de igual a igual a una líder provincial.

Ayuso es la única líder mundial, por reseñar la categoría que se atribuye, capaz de pronunciar medio centenar de veces en un discurso la palabra "comunismo", ni una sesión del Partido Comunista Chino se atreve a tanto. La presidenta de la provincia madrileña recuerda a aquellos soldados japoneses que seguían luchando en la jungla, porque ignoraban que había acabado la Segunda Guerra Mundial y que la habían perdido.

Casi clausura el Congreso Triunfal, y le ha servido de liebre a la carrera de Feijóo a La Moncloa, pero nunca será presidenta del Gobierno.

Nadie puede tomarse en serio a una presidenta madrileña que ha descubierto que "España es una de las naciones sin las que el mundo no se entendería", pero está desactivada, confinada por la covid en el palacio de Tordesillas como Juana I de Castilla. A cambio, Ayuso sigue siendo útil como manual de autoayuda o autoayuso, "que nos dejen en paz".

Feijóo tiene una deuda impagable con el PSOE actual, que ha creado las condiciones para que sea aceptable un PP que cuando menos lo iguala en corrupción activa. Ayuso brama contra el hermano y la esposa de Sánchez, pero se olvida curiosamente de su novio, también imputado con todos los honores.

La principal característica de la campaña que hoy comienza será la aplicación de una doble vara de medir. La banda de Ábalos debería arruinar en realidad la tentación de "superioridad moral" (otra vez Ayuso) que embarga a todos los partidos, pero no autoriza a sustituir las ínfulas de pureza del PSOE por un PP angélico.

La corrupción socialista es insoportable, la popular es estratégica.

Sobrarán las ocasiones para comprobar cómo los jueces que se han debatido contra conductas socialistas son mucho más tolerantes por lo penal con las desviaciones populares. Además, las elecciones virtuosas en ciernes también son todavía virtuales, por lo que todo lo anterior está sometido a la contingencia de que la brújula política gira a diario a más velocidad que una ruleta. Es decir, la situación del PSOE todavía puede empeorar.

Tracking Pixel Contents