Opinión | Pintando al fresco

Un negro de mierda

Imagen de archivo de menores migrantes llegados Lanzarote

Imagen de archivo de menores migrantes llegados Lanzarote / EUROPA PRESS

Imagínense que usted es un chaval de 10, o de 12, de 14, de 15 años, y que, por esa cuestión tan insondable que es el destino de las personas, ha nacido en un país africano medio en guerra, medio en hambruna. Su madre, desesperada al ver que usted no tiene futuro alguno, vende lo poco que tiene, recorre kilómetros de desierto con usted de la mano o a cuestas, y, pagando a unos desalmados, consigue meterlo a usted, una criatura, en un barquichuelo atestado de gente que se lanza al mar, y, tras peligros sin cuento, hambre y sed durante días, incluso viendo morir a alguno pasajeros, usted, el chaval, consigue arribar a un puerto de España.

Como llega medio muerto, las buenas gentes, voluntarias y profesionales, que se ocupan de los llegados en cayucos, lo atienden a usted, le dan agua y comida, le curan las heridas ulceradas, les proporcionan ropa, etc. No quiero entrar en más detalles de su recorrido. Baste saber que por fin usted ha ido a parar a una residencia situada en un pequeño pueblo de la Región de Murcia, donde se ocupan de usted una serie de profesionales. Inmediatamente, se comienza a enseñarle el idioma español, y, en cuanto es posible, se le matricula en un colegio, en un instituto o en Formación Profesional.

Un día se entera de que hay unos políticos en esta Región que quieren que se cierre el local donde vive usted y otros sesenta niños, unos inmigrantes, como usted, y otros españoles que tiene familias problemáticas y que han sido también acogidos en ese centro. Parece ser que algunas personas del pueblo donde está ubicado el establecimiento, y que son más o menos primos de los políticos ya citados, también han pedido que se cierre, aunque no se sabe qué problemas aluden para esa petición.

Supongo que usted, se pondrá nervioso al escuchar estas noticias, al igual que los sesenta compañeros. Pero entonces les llega la noticia de que la Consejera del Gobierno Regional que lleva los temas sociales ha dicho que lo que van a hacer es comprar unos pisos y llevarlos a ustedes con sus educadores a vivir allí creando un ambiente más familiar. Usted pregunta por allí acerca de este tema, y muchos de los adultos les dicen que puede ser una buena idea, que podrían llevar una atención más personalizada y ayudarles a labrarse un futuro y una inmersión en la vida normal de los demás ciudadanos.

Pero, entonces, un día usted se entera de que a los que quieren que se cierre el centro no les gusta tampoco que usted viva en un piso tutelado y que, como según usted oyó decir a unos empleados del centro, aunque no comprendiera del todo la frase, ‘tienen cogido a todo el Gobierno por los mismísimos cojones con lo de los presupuestos’. También escuchó esta frase de otro grupo de españoles que estaban de voluntarios por allí: ‘No creo que la consejera de Política Social se trague ese gusarapo, esa imposición de esta gente desprovista de los valores humanos más elementales. Dicen que ella es una persona válida’. Pero, entonces, a los pocos días usted ve en un periódico como este una noticia que lo deja patidifuso. Se trata de las declaraciones de la consejera diciendo que había cometido un error al querer preparar esos pisos para los chavales cuando se cierre su centro, y que no volverá a cometer jamás semejante equivocación.

Y luego usted escucha a un tío muy alto, que no es del Gobierno regional, declarar que la próxima que vez que un consejero que no haga lo que él manda tendrá que dimitir, es decir, que lo echará de su cargo, como si fuese él el que lo hubiera nombrado, que no sé yo cómo le sentaría eso al presidente que lo nombró, aunque parece ser que él también traga.

Y, usted, que ya en una ocasión escuchó por la calle a un joven decir ‘mira, un negro de mierda’, se siente así, un auténtico y perfecto negro de mierda. Y llora. Pero no olvide usted que todavía hay gente que piensa de otra manera y que rechaza hasta los higadillos estos insolidarios y e inhumanos comportamientos.

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