Rajoy se pone de moda

El furgón que se llevaba a Cerdán ha apeado del titular de apertura la gran noticia bomba: el Tribunal Superior de Justicia de Extremadura ha invalidado el aforamiento del secretario general del PSOE en aquella Comunidad, Miguel Ángel Gallardo, que de su apellido no tiene nada.

Cuando vio a la ley venir hacia él corrió a refugiarse en un escaño del Parlamento, para lo que tuvo que eliminar a codazos a los cuatro candidatos a los que sucesivamente habría correspondido según la papeleta electoral. Utilizó la ley de los políticos para huír de la ley de los ciudadanos, treta que la Justicia ha identificado como fraudulenta. Obvio.

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Lo sorprendente no es que Poco Gallardo pretendiera aforarse para esquivar a la jueza que lo tenía calado, sino que ministro al que se le preguntara o preguntase respondía con su aval a tan gallinácea instrumentación del Derecho. Y es que el súbito aforamiento del líder extremeño contribuía a desplazar a su vez de juzgado al hermanísimo. Era un servicio vicario. Para el sanchismo, en una cómica paráfrasis de Rajoy, todo es verdad (lo de Cerdán, Ábalos y Koldo), menos alguna cosa (Begoña y el músico).

El idioma rajoyano está volviendo a ponerse de moda: escuchen a la vicepresidenta Manoquemada referirse a Cerdán como ‘esa persona’ (de la que usted me habla, se sobreentiende) que nada tiene que ver con el PSOE. Solo le falta añadir que Cerdán ha sido despedido de Ferraz con una ‘simulación en diferido’.

Los socialistas imitan a Rajoy hasta en las ruedas de prensa con plasma, pero los dirigentes del PP adoptan el discurso de Pedro Sánchez cuando su moción de censura. Decía entonces que venía a acabar con la corrupción, palabra por palabra de lo que hoy reiteran los Tellado&Gamarra&Cía. De momento, quien ha acabado con algo es el TSJ de Extremadura: el juego de trileros de Nada Gallardo con el visto bueno de sus compinches del Gobierno. Como diría Rajoy, viva el vino.

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