Opinión | Pintando al fresco

La ESO en los institutos

La experiencia me dice que ese ‘paso a la adultez’, que supone para los alumnos dejar el colegio y llegar al instituto, produce en ellos algo de inquietud

Imagen de archivo de un aula de alumnos de instituto.

Imagen de archivo de un aula de alumnos de instituto. / L. O.

El presidente Fernando López Miras ha anunciado en su discurso del Debate sobre el estado de la Región su intención de que los cursos 1º y 2º de la ESO se impartan en los colegios y no en los institutos como se viene haciendo hasta ahora. A este cambio, que sigue los pasos de la comunidad de Madrid, famosa en el mundo entero por sus avances progresistas y modernizaciones de todo tipo, se le ha llamado ‘la vuelta al modelo EGB’, y se apoya, según opinan los promotores, en que los chicos y chicas de 13 y 14 años están mejor conviviendo con los de Infantil y Primaria, de 4, de 5, de 7, de 8, etc. que con los zangones y zangonas de 15 a 18 años que pululan por los institutos. A la hora de tomar esta decisión quizás les haya faltado conocer alguna experiencia educativa de esta Región, y, como participé en una de ellas, se la voy a explicar aquí.

Es cierto que cuando se implantó la EGB, en 1970, les fue dada a los colegios y a sus maestros la gestión de esta enseñanza en los 8 cursos. Pero, no a todos. Hubo algunos centros educativos en España que se convirtieron en ‘centros piloto’ y en ellos se llevó a cabo la experiencia de que los cursos 7º y 8º fueran impartidos por profesores especialistas: Lengua, Historia, Matemáticas, Idiomas, etc. en los institutos y no en los colegios. De estas experiencias nació la idea posterior de que se hicieran los cuatro cursos de la ESO en los institutos cuando apareció la LOGSE.

Y resulta que uno de esos ‘centros piloto’ era el instituto de Escombreras donde yo trabajé durante 8 años y formé parte del equipo de profesores que dábamos clase en BUP y también en los cursos 7º y 8º. Este centro era algo especial en muchas cosas porque se trataba de un instituto público, adscrito al Isaac Peral de Cartagena, pero había ciertas particularidades, entre otras, estaba subvencionado por la empresa Empetrol y la dirección la ostentaban profesoras Teresianas y profesores Hermanos de la Salle que también daban clases de sus especialidades. Es menester señalar que, aunque no era algo que supiera todo el mundo, la Ley General de Educación de 1970, la de la EGB, fue diseñada en su mayor parte precisamente por Teresianas, que por entonces eran unas adelantadas absolutas en los temas educativos. Los cursos de formación que los profesores hicimos con ellas en Madrid y en Cartagena, por lo menos a mí, me dieron las herramientas para enseñar inglés que he utilizado durante toda mi vida docente y han funcionado al pistón.

¿Y qué terribles cosas ocurrieron porque estos chicos y chicas de 13 y 14 años estuvieran en el mismo centro con estos profesores y con los alumnos de hasta 18 años? Pues, absolutamente nada. Cada uno se ocupaba de sus cosas, tenían sus grupos de amigos y vivían sus vidas de estudiantes en el centro totalmente adaptados. ¿Y qué resultados tuvo esto de que los especialistas diéramos las asignaturas en vez de los maestros? Pues quizás sea que los alumnos maduraron antes, dado el contexto, y nosotros también aprendimos a dar clases a gente más joven. Mi impresión es que aprendieron mucho, que ellos y ellas le sacaron un gran beneficio aquellas clases y que la convivencia con los mayores también les enseñó algo de cómo desenvolverse en ambientes más ricos en ideas que en su colegio en compañía de los niños pequeños.

Los pedagogos tienen la palabra en este tema, pero la experiencia me dice que ese ‘paso a la adultez’ que supone para los alumnos dejar el colegio y llegar al instituto produce en ellos algo de inquietud, pero también una gran parte de ilusión. Están acostumbrados a compartir pasillos y patios con sus compañeros pequeños y de pronto se encuentran con gente que ya habla de que 3º de la ESO es el curso más canalla, de la PAU, del grado o la carrera que quieren hacer unos, de que la Historia de 2º de bachiller es un taco enorme, de los viajes de estudios que se están organizando para cuando acaben 4º de la ESO, etc. Cosas de adultos, ya. Y todo eso, desde mi experiencia, parece bueno.

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