Opinión | Horizonte de sucesos

Nueva ciencia ficción argentina

Caja Negra reúne las dos primeras novelas de Michel Nieva, ‘¿Sueñan los gauchoides con ñandúes eléctricos?’ y ‘Ascenso y apogeo del Imperio Argentino’

La editorial Caja Negra ha rescatado las dos primeras novelas del escritor argentino Michel Nieva: ¿Sueñan los gauchoides con ñandúes eléctricos? y Ascenso y apogeo del Imperio Argentino. En el prólogo que se incluyen en esta edición Nieva apuntala su proyecto literario con vehemencia. Sostiene que la ciencia ficción es esa «calavera que da sentido a la realidad, a costa de deformarla por completo». Afirmación con la que no podemos estar más de acuerdo. Además, explica que si la literatura es una vía para comprender lo humano, como aducía Harold Bloom, la literatura por venir habrá de explorar aquello que queda más allá de lo humano. Nieva, en este sentido, se une a una larga nómina de autores que tratan de indagar en los lindes de lo humano, una categoría (lo humano) cada vez más superada desde un punto de vista sociológico, científico y, por supuesto, también literario.

En ¿Sueñan los gauchoides con ñandúes eléctricos? nos encontramos con un robot bartlebiano que prefiere no seguir los parámetros para los que ha sido programado. Este gauchoide es una suerte de androide argentinizado que imita a los gauchos. También se han creado otros tipos: borgesoide, peronoide… (la ironía es evidente). A pesar del título de la novela, Nieva rinde más tributo a Fredric Brown que a Philip K. Dick. La melancolía cibernética del gaucho, una figura que cruza las fronteras de las desoladas llanuras del Martín Fierro para llegar a un territorio cyberpunk, le lleva a convertirse en un ser nulo.

Pero la narrativa de Nieva se aleja de la construcción tradicional y se articula como una novela mosaico o fix-up, en la que se incluye el relato del inventor de un zumo hecho de ratón de ordenador, que experimenta batiendo libros de Juan Fillloy, como metáfora evidente del joven escritor demoliendo la tradición para construir su propio espacio literario, junto a otras narraciones breves.

Los juegos literarios y las experimentaciones se suceden y, si bien la trama adolece de solidez, la diversión la compensa. Hay aquí puestas en abismo donde se asoma el autor en volteretas autorreferenciales y metaliterarias. Hay máquinas que se rebelan contra humanos. Como también se rebela el discurso contra la unidad, se expande, se multiplica y se reproducen en varios niveles, en distintos mundos que son representados a un nivel textual. Hay incluso sectas, con Sarmiento revivido y convertido en un zombi, de nuevo la metáfora del pasado (literario e histórico) que, como un muerto, regresa de un modo indeseable.

También en la segunda novela, Ascenso y apogeo del Imperio Argentino, se plantea la revisión del pasado desde una perspectiva cienciaficcional: en una Argentina invadida subrepticiamente por los franceses un Perón hermafrodita dejó un poema escrito de dudoso gusto. Una hermandad secreta busca su miembro viril y un comité antifrancés fragua el levantamiento.

De nuevo, mucho ingenio, cuentos hilvanados en forma de novela, una prosa muy argentina y un oscuro futuro descrito con un sentido del humor más allá de Borges.

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