Opinión | Mamá está que se sale
Esta casa es una ruina
Cómo sobrevivir en Murcia a la rotura del aire acondicionado
Te parecerá de risa, aunque es para llorar, pero se me ha roto el aire acondicionado. No sé ni cómo tengo humor para contarlo. Será que heredé el sarcasmo de mi madre cuando venían mal dadas. De hecho, estoy tecleando y pensando que hablar de esto es lo más parecido a nombrar la soga en casa del ahorcado. Para animarme, he titulado el artículo con el nombre de aquella peli, Esta casa es una ruina así me consuelo con las desdichas de aquellos dos, que ni tenían aire, ni tenían nada, un consuelo. Al menos sé que no me quedaré colgando en lo alto de la escalera.
Al principio no parecía tan grave. Por suerte, podemos abrir las ventanas de forma estratégica, y el aire corre, eso es verdad. Lo malo es que en Murcia, si abres las ventanas, lo que entra es lava. Así que hay que cerrar. Y entonces, sudando la gota gorda, pasas el día, hasta que se va el sol, y puedes volver a abrir. Te digo que hasta miramos a ver dónde se coloca la perra, para saber por dónde hace más fresquito.
Por supuesto que sé que hay ventiladores. Me he quedado sin aire, pero aún no me he vuelto tonta (del todo) ¿Cómo te crees que vivimos? Pues con un ventilador en cada rincón. Pero volvemos a lo mismo, porque el ventilador sólo mueve el aire. Algo hace, si, no te voy a engañar. Pero a ratos hace tanto calor, que es lo mismo ponerte delante del ventilador que enchufarte el secador, qué quieres que te diga.
Luego están los remedios. Yo pienso para mí que, si hubiera una forma ingeniosa de no pasar calor, no se habrían inventado los aires acondicionados. «Convéncete», me digo resignada. De nada vale poner la pastilla de frío del congelador junto al ventilador... Puede ser que enfríe algo, pero es un algo tan imperceptible que, igual en uno de esos experimentos de física cuántica se aprecia la diferencia. Sigue haciendo un calor que te mueres, y el contenido de la pastilla tarda en volver al estado líquido en apenas un rato.
Sólo me queda ofrecerte un consejo, aunque no sea quién para darlos. Y es que, el año que viene, por el mes de marzo, y no más tarde de abril, llames a tu técnico de confianza y le digas que te cambie la máquina, los tubos, el gas que necesita, en fin, toda la instalación completa del aire acondicionado, y le pidas que te la cambie por otra nueva. Más vale eso, y asegurarte el aire acondicionado en este tiempo crítico, que pasar lo que estamos pasando en esta casa. Tienes que entender que los técnicos de aire acondicionado, a partir de mayo se vuelven, cómo te diría, como si se creyeran los dioses del frío, creyéndose que sin ellos nunca volverás a vivir fresquito (bueno, es la realidad). El caso es que están tan saturados que no atienden a nada ni a nadie, y, si tienes la suerte de que te cojan el teléfono, lo más que llegan a decirte es que, si te quieres esperar a que puedan venir, te esperas, y si no, que no les llames más. Paciencia, Señor. Y algo de frío, por favor.
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