Opinión | Avatares on/off
El producto eres tú: negocios gratuitos, datos caros y el futuro con IA

Hoy, cuando usamos internet, dejamos huellas: datos, preferencias, decisiones. / L.O.
«Cuando el producto es gratis, el producto eres tú». Escuché de nuevo esta frase en el II Foro de Inteligencia Artificial organizado por la Cámara de Comercio de Murcia, en boca de uno de sus ponentes. Una frase que durante años se ha repetido en congresos de marketing digital como si fuera un hallazgo revelador… cuando, en realidad, es un modelo de negocio que ya conocíamos bien, desde antes de que existiera internet. Porque no es nuevo: en España llevamos décadas consumiendo gratis televisión, radio o incluso prensa escrita gracias a la publicidad. Así que sí, ya sabíamos que alguien estaba pagando,y no éramos nosotros.
Pero en 2025, esta frase adquiere una nueva profundidad. Porque lo que ahora se paga ya no es solo nuestra atención: son nuestros datos. Nuestra identidad digital. Y en este nuevo contexto, la inteligencia artificial no solo está revolucionando los modelos de negocio, sino también la forma en que entendemos nuestra relación con los productos y los servicios digitales.
Con este telón de fondo, la Cámara de Comercio de Murcia celebró esta semana su II Foro de Inteligencia Artificial, un evento que reunió a más de 800 personas (presenciales y online) interesadas en conocer cómo la IA está transformando el mundo empresarial. Aprovecho para felicitar a Miryam Fuertes, presidenta de la Cámara, y a Andrés Caballero, coordinador de la Oficina Acelera Pyme y del evento, por la impecable organización. Durante la jornada, algunos de los expertos más relevantes del país compartieron casos y aplicaciones reales. Y, si algo quedó claro, es que lo que hasta hace poco nos parecía ciencia ficción (robots, automatizaciones…) puede formar parte de nuestra realidad cotidiana en breve. La IA está aquí y se está aplicando ya, sin necesidad de grandes infraestructuras, para mejorar procesos de venta, atención al cliente, logística o dirección comercial.
Y es aquí donde vuelve a tener sentido aquella frase. Lo importante no es repetirla, sino entenderla en el contexto actual. Hoy, cuando usamos servicios gratuitos en internet, no estamos simplemente viendo anuncios: estamos dejando huellas. Datos. Preferencias. Decisiones. Y la inteligencia artificial se encarga de analizarlos, predecir comportamientos y afinar productos y servicios a una velocidad imposible para el ser humano.
«El producto eres tú» ha evolucionado. No es solo tu atención: es tu comportamiento digital. Y eso, en muchos modelos de negocio, vale oro.
Internet lleva años consolidando formatos como el ‘freemium’, la publicidad programática o la suscripción. Pero lo que está ocurriendo ahora es diferente. La IA permite afinar como nunca la experiencia digital, personalizarla en tiempo real, automatizar contenidos y escalar servicios sin perder eficiencia. Lo gratis ya no existe o, bueno, más bien, nunca existió, porque todo tiene un coste, aunque no siempre sea económico.
Lo que ha cambiado con la irrupción de la inteligencia artificial generativa no es el modelo en sí, sino el nivel de autonomía, velocidad y personalización que puede alcanzar. Antes, personalizar un anuncio requería reglas, plantillas y datos estructurados. Ahora basta con una orden general —«vende esto con este tono»— para que la máquina lo escriba, lo diseñe, lo adapte y lo optimice en tiempo real. No se trata solo de segmentar a audiencias, sino de generar contenido único para cada usuario, adaptado al momento, al contexto, al dispositivo… incluso al estado emocional, si los datos lo permiten.
Esta capacidad de crear experiencias hiperpersonalizadas a gran escala marca un antes y un después. Porque, si antes escalabilidad y personalización eran conceptos opuestos, hoy la IA los ha reconciliado. Podemos hablar de millones de usuarios tratados de forma individual, sin esfuerzo humano. Y eso, aunque representa un avance extraordinario para la eficiencia del marketing, también plantea nuevos interrogantes sobre hasta qué punto elegimos lo que consumimos o lo que nos elige a nosotros.
Por eso, el verdadero reto no está solo en lo tecnológico, sino en lo estratégico. No se trata de demonizar el uso de los datos ni de convertir la ética digital en una trinchera. Aceptar cookies para recibir publicidad relevante, bien segmentada, no tiene nada de malo. Al contrario: puede ser útil para el usuario y más eficiente para las marcas. El problema no es la personalización, sino la opacidad o el abuso. Y en ese sentido, más que prohibir, lo que necesitamos es fomentar una cultura digital responsable y crítica. Porque, si bien Europa ha optado por liderar la regulación —a diferencia de Estados Unidos o China, que apuestan por la innovación—, también corre el riesgo de quedarse atrás si no equilibra protección con impulso. La inteligencia artificial no es buena ni mala: es una herramienta. La cuestión no es si el producto eres tú, sino si tú sabes lo suficiente como para decidir cómo y cuándo quieres serlo.
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