Opinión | Misa de doce
No hay pan para tanto chorizo
Anteayer fui a una de las panaderías de mi barrio a ‘hacer un mandao’ y al entrar pude observar, colgado justo detrás del mostrador, un cartel que rezaba : «No hay pan para tanto chorizo». Pura poesía que para su romancero gitano hubiera querido el mismísimo Federico García Lorca.
Como habrán advertido, discreción es mi tercer apellido, apenas me aventuro en adentrarme en el proceloso mar de la actualidad política, aunque en esta ocasión las aguas están tan revueltas que no he podido escapar de la gigantesca ola provocada por el tsunami, con epicentro en el Congreso de los Diputados, que nos ha empapado a todos.
Y es que, queridos lectores, el informe de la UCO sobre el llamado ‘caso Koldo’ que investiga la presunta corrupción de los dos últimos secretarios de Organización del PSOE, uno de ellos ministro, es tan obsceno y devastador que ha resquebrajado los cimientos en los que se sostiene el actual Gobierno y cuyo ingrediente principal es, o era, la lucha contra la corrupción, sin duda el mal endémico y cáncer de nuestra democracia.
El PSOE llegó al poder en 2018 por medio de una moción de censura contra el Gobierno de Mariano Rajoy, enarbolando la bandera de la regeneración democrática y prometiendo poner punto y final a la corrupción política. Conviene hacer memoria y no olvidarlo porque esa fue la llave que abrió la puerta de la Moncloa al PSOE de Pedro Sánchez.
A tenor de las escuchas obtenidas por el informe de la UCO, en las que uno se avergüenza y siente auténtico asco, no solo es que no se haya acabado con esa corrupción anquilosada en nuestro sistema político, sino que se ha expandido hasta el mismísimo tuétano de la secretaría de Organización del partido que gobierna y, lo que es peor, a las entrañas del Gobierno de España. Ya saben, ‘consejos doy que para mí no tengo’.
No pertenezco ni estoy afiliado a ningún partido político que me sesgue la mirada y condicione mi opinión por eso que llaman disciplina de partido; ‘regla’ que afecta a muchos de mis amigos y conocidos que están en política, de allí y de allá, y que se la aplican a rajatabla aunque luego en, el ‘petit comité’, opinen lo contrario.
La clase política española ha elevado a categoría de dogma el lema ‘el fin justifica los medios’ y ha hecho de la afirmación ‘y tú más’ su leitmotiv.
No creo que en política el fin justifique los medios y que alguien sea imprescindible. Si el electorado cree en un proyecto político, éste sobrevivirá a sus líderes, a su líder. Creer en los programas políticos, en el proyecto, y no en el líder es a mi juicio fundamental para alcanzar una madurez democrática. Lo contrario sería abogar por el caudillismo, algo que apesta a la legua y que, afortunadamente, dejó de estar de moda hace décadas en nuestro país.
En el trabajo, en política, en definitiva en cualquier ámbito de la vida en el que abordemos un proyecto conjunto nadie es imprescindible. Si por alguna razón comenzamos a tener la sensación de que lo somos, Houston, tenemos un problema.
Recuerden que ‘la mujer del César no solo debe ser honrada, sino que también debe parecerlo. A día de hoy, este Gobierno no parece honrado. No digo que no lo sea, pero no lo parece.
En fin, son las cinco de la tarde y aún no he comido.
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