El último servicio de Santos Cerdán

No hay mal que por bien no venga. La segura próxima imputación de Santos Cerdán ofrece al PSOE de Sánchez la oportunidad para equilibrar sus relaciones con Puigdemont. En Junts andan preocupados porque la situación del ya exsecretario de Organización los deja sin interlocutor para sus extorsiones al Gobierno, pero esto se podría arreglar si Sánchez, que siempre encuentra una salida para todo, mantuviera a Cerdán para esa misión, a pesar de haberlo despojado de sus otros cargos.

Hasta ahora, Junts sufría una cierta afrenta, pues se decía que el Gobierno legítimo de la nación negociaba con un delincuente perseguido por la Justicia española. En caso de mantener a Cerdán para que siga desarrollando las negociaciones con el partido catalán, el PSOE sanchista aportaría un factor de equilibrio en esa mesa, pues ya serían dos, uno a cada lado, los delincuentes, aunque uno de ellos todavía presunto, que se encargaran de estos importantes asuntos de Estado.

De este modo habría una mayor armonía en la situación judicial de los negociadores y Puigdemont no se sentiría estigmatizado por su condición de prófugo, de manera que la empatía con su interlocutor permitiría que las conversaciones fluyeran con más complicidad, de corrupto a corrupto. Sería, pues, un error por parte de Sánchez apartar a Cerdán de las negociaciones con Junts, ahora que el navarro está a punto de adquirir la condición de imputado que lo igualará al estatus jurídico de Puigdemont.

Entre uno que convocó un referéndum ilegal con urnas de cartón y otro que propició un pucherazo en las primarias socialistas («echa dos votos sin que nadie te vea») no puede haber mayor sintonía democrática, sobre todo cuando Sánchez eliminó el delito de malversación para estas pequeñas anomalías en caso de que se hicieran por una causa de interés general. España y Cataluña siguen necesitando a Cerdán. Todo por las patrias.

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