Opinión | NOTICIAS DEL ANTROPOCENO
Cuando las tecnologías nos esclavizan
Siempre he sido un cliente de Apple, desde que en los años ochenta me hice con los Macintosh que usó Jesús Carrascosa para maquetar el Diario de Cartagena, un proyecto editorial de escaso recorrido (duró un mes escaso) pero que el inefable Jesús utilizó para despacharse a gusto con sus enemigos, reales o imaginarios. Este Don Quijote del mundo periodístico cerró al mes de iniciar sus operaciones (un proyecto brillante de lean startup como se llamaría ahora) y me vino de perlas porque llegué a un acuerdo con Cajamurcia para quedarme con el innovador equipamiento por el restante de la deuda.
Desde entonces, caí presa del ecosistema montado por Apple para fidelizar a sus usuarios. Y no lo digo por mí mismo, que utilizaba para mi trabajo de copy un clónico, sino por mis diseñadores gráficos, a los que era prácticamente obligatorio proporcionar un ordenador Apple. La estrategia de esta marca fue centrar sus esfuerzos en el mundo creativo, que incluía diseñadores y editores de vídeo y también en el sector educativo, por su interfaz amigable y accesible para no iniciados en la informática.
La estrategia de Apple para mantenerte esclavizado a sus ordenadores fue siempre la misma: introducir mejoras en el sistema operativo cuyas sucesivas versiones (de instalación obligatoria si querías que tus programas siguieran funcionando) ocupaban cada vez más espacio y corrían más lentas en una máquina que tenía apenas dos o tres años desde que la compraste. Esa estrategia se ha trasladado a todos los aparatos que vende Apple, que la usa también en el ámbito del hardware, utilizando entradas y periféricos que se quedan anticuados en dos o tres años como mucho. No se puede decir que le ha ido mal, dado que es una de las empresas más rentable del mundo.
Lo que no está tan claro es que le sirva para mantener su rentabilidad y valor en el futuro. La última conferencia para desarrolladores fue bastante monótona y grisácea. Eso sí, con el habitual estilo de hiperbolizar meros maquillajes estéticos de las actuales funcionalidades y sembrar expectación con hipotéticos avances en IA que hasta el momento han brillado por su ausencia o por su irrelevancia. ¿Ha caído Apple en la trampa de Blackberry o Nokia y empieza a confundir el entusiasmo de sus fans con la adhesión real de los consumidores que no pagan por promesas sino por realidades? El tiempo nos lo dirá.
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