Opinión | Erre que erre (rock ‘n’ roll)
Corruptos no, gracias
Habrá buenos políticos, con ilusión y pretensión de diálogo, pero joder, cuánto daño están causando los malos

Los exdiputados socialistas Santos Cerdán y José Luis Ábalos / Javier Lizón / EFE
Cuando comencé a desarrollar mi labor como columnista de opinión, alguien con más trayectoria, rodaje y sobre todo sentido común que yo, me dio un gran consejo: «Si no vas a escribir mayoritariamente o exclusivamente sobre esos temas, intenta no hacerlo más que de refilón, hay opiniones que en este país te perjudican más que otra cosa». Lógicamente se refería al fútbol y a la política. Ya les digo a ustedes que, siendo madre de un cadete regional que lleva pegándole al balón desde que era un ‘chupetas’ podría incluso atreverme con el deporte rey. Han sido años de invertir en cromos, viajar a cada rincón de la preciosa Murcia para el partido del fin de semana, reponer espinilleras perdidas y sobre todo animar a un niño que podía llegar a casa derrotado por una goleada o por la decisión de un entrenador que esa mañana decidió sacar «sólo a los buenos».
Sí señores, les podría hablar de ejemplos de comportamiento inadecuado por parte de ‘afortunadamente’ sólo unos pocos ‘entrenadores’ de criaturas cargadas de ilusión por jugar un partido, que incluyen abuso verbal, falta de planificación y comunicación, falta de motivación intrínseca, y la promoción de un ambiente competitivo poco saludable. Nada insalvable si un grupo de madres saben parar los pies de otro adulto a tiempo. Lo que parece que no hemos podido salvar a tiempo en un país con orgullo de identidad y copado de buena gente es a la lacra política que se apodera de un cargo para convertirlo en una cloaca. Los habrá buenos, con ilusión y pretensión de diálogo, pacificación y entendimiento. Pero joder, cuánto daño están causando los malos. Y fíjense que mi umbral de malo, habiendo trabajado en un psiquiátrico penitenciario, es bastante alto. En toda trama de corrupción la inmoralidad es el traje que viste a estos mequetrefes que están unidos por un nexo común: las mordidas económicas venidas de empresas carentes de escrúpulos que compran un silencio sodomizado, y su pasión por las prostitutas. No es de extrañar que en un país dónde el 40% de los hombres hacen uso y abuso de la prostitución, la corrupción política globalizada, lo incluya entres sus quehaceres. Pero ha resultado muy hiriente asistir a la deshumanización (de nuevo hacia la mujer) contada en audios. Y saben lo peor, lo peor son esos titulares que van en la línea de nuestro enfado como posible afectación a sus votos: «Los audios de Ábalos y Koldo despiertan la ira de las feministas del PSOE» (El País).
De la trata, el mercadeo, la deshumanización, ya hablamos en otro momento. Una cosa que como mujeres no debemos olvidar es, que para un putero sin escrúpulos, todas somos putas, lo único que varía es el precio a pagar.
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