Opinión | NOTICIAS DEL ANTROPOCENO
¡Más madera! Esto es la guerra
Las guerras, que siempre implican un grandioso esfuerzo tecnológico para superar al otro contendiente, acarrean avances profundos que afectan a la manera de combatir, pero suelen repercutir en múltiples ámbitos del desarrollo tecnológico. En la Primera Guerra Mundial, el avance fundamental fue el carro de combate, desde los torpes prototipos que se atascaban con cualquier obstáculo hasta modelos más avanzados que sembraron el terror y la muerte en ambos ejércitos. En la Segunda Guerra Mundial fue la aviación y los submarinos los que llevaron la voz cantante en el conflicto. Los bombardeos masivos e indiscriminados de poblaciones se volvieron moneda corriente por parte de enemigos enfrentados en una guerra total, la más mortífera de la historia humana. Y fue la guerra lo que movilizó ingentes recursos de Estados Unidos para obtener el control de la energía nuclear.
Bajo el principio de "si quieres la paz, prepara la guerra" las naciones del mundo han continuado invirtiendo en tecnología militar aun en períodos de paz como el que vivió nuestro mundo en la última década del siglo pasado. Esa situación cambió drásticamente con el ascenso de dos dictadores en sendos países que dominan el conjunto del continente euroasiático (excepto su península europea) y que, para llevar las cosas hasta su extremo han decidido declararse amor eterno, sumando capacidades y ayudándose mutuamente a minimizar sus debilidades. Rusia y China (o Putin y Xi realmente) se han embarcado en un frenético esfuerzo de rearme que obliga a Europa (con Estados Unidos en babia) a hacer un esfuerzo inusitado para contrarrestar esta dramática situación. Los avances tecnológicos más notables se han dado recientemente en el desarrollo de misiles hipersónicos de largo alcance, pero lo más fascinante de la guerra que enfrenta a la coalición sinorusa (con apoyo de Corea del Norte e Irán) contra Europa en el territorio ucraniano, es el desarrollo de drones avanzados. Y por una razón inesperada: el advenimiento de la inteligencia artificial.
Rusia (a la que nunca conviene minusvalorar, a pesar de sus debilidades) ha desarrollado una serie de unidades militares llamadas Rubicón, que liga los laboratorios para la innovación tecnológica en drones con los combatientes a pie de terreno. Su primer logro son drones capaces de transportar otros drones y desplegarlos cuando perciben una zona con objetivos. La multitud de estos drones ‘rodantes’ dificulta la defensa. Además, están dotados de inteligencia artificial para elegir los objetivos más sustanciosos y accesibles.
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