Opinión | El retrovisor

En pasarela

Una vida dedicada al mundo de la elegancia en sus más variados aspectos; un murciano discreto, de gusto refinado, genial e imprescindible

Pedro López Morales, estilista, crítico de arte y escritor, en una imagen de 1995.

Pedro López Morales, estilista, crítico de arte y escritor, en una imagen de 1995. / Archivo TLM

Es mediano de estatura, cálido y pausado, rígido sin llegar a ser acartonado. El polifacético Pedro López Morales posee manos de malabarista, desconcertantes, orteguianas, creadoras de original y elegante metafísica; camina con la cabeza alta, con paso corto y ligero. Saluda a la antigua, con una leve sonrisa y énfasis en la palabra. Su retirada de la vida profesional, comunicada en las redes sociales, ha sido clara, concisa, sin florituras melancólicas: «Me retiro a descansar y a disfrutar de mi tiempo, de mi madre, de mi familia, de mis amigos… y de mi Región…»

Cuando un amigo dice que se retira, me produce cierta inquietud. No termino de creerme que don Pedro sea capaz de retirarse, ya que el arte corre por sus venas, tanto o más que el oxígeno que respira, máxime cuando su arte se distribuye en dilatadas disciplinas, cual de ellas más complicada y exigente para la mayoría de las gentes que no gozan del favor de las musas.

Su rostro algo gótico y su cuello potente nunca delataron la menor expresión ante cualquiera de los muchos éxitos logrados, ya que la modestia es su bandera y el trabajo su pasión. López Morales supo perder el pelo con dignidad y, ante la alopecia triunfante, optó por afeitarse la cabeza, una moda mussoliniana, sabia e higiénica que se impone cada vez más entre la juventud actual.

Mi vecindad con la extinta y murciana firma Cerdán Hermanos me permitió conocer las primeras actividades profesionales del joven Pedro López Morales, cuando lo veía a diario montar los primorosos y originales escaparates de la popular firma murciana. Sería a través de la insigne y a la vez bella Carmen Caravaca y su agencia de modelos, allá por los años ochenta, cuando las relaciones profesionales desembocaron en una amistad que me permitió conocer las muchas virtudes que rodean a quien nos ocupa. Su seriedad, exquisitez y capacidad en el trabajo siempre resultaron atrayentes para quienes confiaron en él.

Fue en los inicios de los noventa cuando acometí la promoción del Centro Comercial Atalayas, que dirigía con gran acierto Javier de Rojas Zamarra. Dentro de las actividades del centro, la moda ocupaba un espacio fundamental; nada mejor que las pasarelas como reclamo para el público murciano. La madrileña agencia de modelos de Heike Ferrari aportó las top models del momento para los desfiles de temporada que confié en el buen hacer de Pedro López Morales: Paola Dominguín, Juncal Rivero, Mar Flores, Estefanía Luick, Elsa Anka, Mar Saura, Lara Dibildos Garbiñe Abasolo y toda una pléyade de famosos desfilaron por aquellas pasarelas de Atalayas. López Morales entregaba a cada una de las top un pequeño bloc y un lapicero con notas y obligaciones a seguir, quebrando así la vanidad de las famosas. Alessandro Lecquio obtuvo aquí su primer trabajo, lo hizo como presentador de una de aquellas pasarelas bajo la batuta de Pedro López Morales; nutridas igualmente por jóvenes murcianas como Carmen María Vicente o María José Besora. Una joven, espectacular y flamante, miss España, Sofía Mazagatos, hacía alarde de su inexperiencia en las cenas previas a los desfiles al dar cuenta de un filete de pez espada con piel incluida. Pasarelas, premios, secciones periodísticas, ambientaciones, artículos, comisariados de exposiciones, han sido la pasión de Pedro López Morales durante 47 largos años.

Redactor pionero en la sección de moda y sociedad de Tribuna la Muralla, de clamoroso éxito fueron sus entrevistas a Ana Botella, Bibí Andersen, así como a su admirada y amiga, la inolvidable cantante Mari Trini. Actividad frenética la de Morales, que tendría repercusión en los más populares espacios televisivos del corazón y la moda. Sus trabajos como escritor y crítico de arte ocupan estas mismas páginas del diario La Opinión, al igual que su colaboración periódica en numerosas y conocidas revistas de tirada nacional. Una vida dedicada al mundo de la elegancia en sus más variados aspectos; un murciano discreto, de gusto refinado, genial e imprescindible. 

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