Opinión | Café con moka

Periodista

Mi tierra

Celebrar el Día de la Región de Murcia creo que debe trascender a lo que cada día hacemos para tomar conciencia

Bandera de la Región de Murcia.

Bandera de la Región de Murcia.

Es propio que uno, cuando canta, le cante a su tierra. Yo, que en ese arte no tengo demasiada destreza, le dedicaré en esta columna unas palabras. Estamos a punto de celebrar el Día de la Región de Murcia y aprovecho para preguntarme qué significa para mí y mi familia ser de esta tierra. En nuestro caso particular, no tenemos familia ni antepasados cercanos más allá de nuestras fronteras y eso, de alguna manera intangible, condiciona y modela -si me permiten la expresión-. Mi hijo mayor dice, a veces, que él es de Lorquí; otras, por el contrario, manifiesta y argumenta que él es de Caravaca «porque yo salí de mamá, que es de allí» –aunque realmente en mi DNI reza que nací en Bullas, pero viví allí muy poco tiempo, apenas unos meses- y cuando vamos a la playa o a otros pueblos y parajes y le decimos que seguimos estando en Murcia, se queda con cara pensativa y sin terminar de comprender. Es normal a su edad.

Vivimos en una tierra vetusta y rica, jalonada de parajes y pueblos diversos. Una tierra que, como he señalado en alguna ocasión, ha sido y es madre y madrastra de forma simultánea. Un pueblo con rica herencia islámica y cristiana, con azul de Mediterráneo y sombra de palmera datilera. Una cultura propia y que no es valenciana ni andaluza, como algunos se empeñan en hacernos creer. Murcia es esa tierra que floreció y se fecundó a través de infinitos brazales en una huerta que extasiaba a los viajeros decimonónicos y es, por desgracia, la tierra que derribó gran parte de su memoria y patrimonio en una sinvergonzonería disfrazada de falso progreso. Somos tierra de contrastes, más allá del eslogan, pero no sólo porque podamos recorrer y amar el bastión de Cabo de Palos y el monte Arabí de Yecla en poco más de cien kilómetros. Somos tierra de contrastes también en nuestro carácter. En lo mejor y peor del ser humano que se dan la mano en nosotros.

Si vuelvo al comienzo del artículo y me pregunto qué significa para mí esta Murcia en la que nací hace más de cuarenta años, tengo que responder que significa mucho y que me duelen muchas de las cosas que en ella ocurren, y si me duelen será porque la amo. Como se ama al compañero o al hijo, por encima de sus defectos.

Celebrar el Día de la Región de Murcia creo que debe trascender a lo que cada día hacemos para tomar conciencia. Conciencia de lo que cada uno desempeña, en lo que trabajamos, y en lo que colaboramos para engrandecer a nuestra Región. Sólo entonces podremos crear y amar de verdad esta tierra que nos alumbra. Albañiles, maestros, estudiantes, arquitectos o músicos… trabajemos con pasión por mejorar nuestra cultura, la tierra que nos abriga y nos mima, aunque pueda escocer y arañar por momentos.

Sea entonces éste hoy, desde el Altiplano a Cartagena, desde mi hermoso Noroeste al Valle del Guadalentín, desde el Segura con sus numerosos pueblos bañados a su paso al Mar Menor, un momento de inflexión, para más allá de cantar su belleza, contribuir, desde nuestra modesta responsabilidad, conservar y mejorar su grandeza.

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