Opinión | Nos queda la palabra
Ilegales
Tengan cuidado si salen, pues pueden acabar en la sombra si se paran a saludar

Escena clásica del verano en los pueblos españoles. / Policía Local de Santa Fe / X
Quién lo diría. Un pueblo de Andalucía ha prohibido salir a tomar el fresco. No porque no haya fresco para nadie, por lo que sólo sería para los del barrio rico, sino porque altera la vía pública. Considera ilegal que mayores y mayores, pues ningún joven los acompaña, ocupen con sus sillas las aceras y, no te digo yo, mantengan abiertas sus puertas para que, en caso necesario, sus vecinos echen un trago.
En mi urbanización no tengo ese problema. Desde los primeros días del COVID-19, cuando salíamos a aplaudir todos a nuestro personal sanitario, no se ha vuelto a ver un alma en la calle, peatonal para más señas. Alguna vecina añora ese tiempo, no por el virus, sino por la charleta, signo de otros tiempos más colectivos, pues lo moderno es ir cada uno por su lado.
En Madrid, que ya no es un pueblo y está al día de todo, su alcalde también impide a los ecuatorianos jugar y compartir conversación en los parques. Antes de que los inmigrantes salten al campo de vóley, la policía municipal les echa la red y les amenaza con multas si no cejan en su empeño de distraerse en el único día en el que escapan de la explotación laboral.
Mayores e inmigrantes, colectivos trasnochados que se empeñan en juntarse y hablar en el espacio exterior cuando lo que deberían, como el resto de los mortales, es ir al centro comercial, sin distraerse en conversaciones banales.
Lo que no se prohíbe, dado que va al compás de los tiempos, es la construcción de miles de piscinas, por llamarles algo, individuales. Una de las empresas dedicada a ello no sale de su asombro porque crecen como setas y apenas ocupan mayor tamaño que estos hongos. No cae en la cuenta de que sería una bajeza ir a una piscina comunitaria o municipal, donde igual te encuentras a tu vecino y tienes que hablar con él sobre, por ejemplo, el problema del agua en regiones como la de Murcia.
Así que, tengan cuidado si salen, pues pueden acabar en la sombra si se paran a saludar. El pueblo, más capital o no, es para el individuo, no para el pueblo. ¡Qué tiempos!
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