Opinión | LAPSUS CALAMI

No hay camino

Comenzó esta semana con el Día de la Salud, el 12 de mayo, y mis recuerdos de infancia, que me hicieron retrotraerme a la inexcusable visita al Santuario dedicado a la Señora de la Salud, en Sabadell (donde sigue siendo día festivo), junto a mis padres y alguno de los seis hijos de mi tía Celia, que ‘se escapaba’ para acompañarnos. Se conocieron en el barrio de Can Oriach, cuando mi madre tenía apenas trece años, y mi padre cuatro más, y él se integró muy pronto en su familia, que consideró propia. Me consta el aprecio mutuo que particularmente mi abuela María y él se profesaron durante toda la vida.

Hoy, 15 de mayo, se celebra el Día de la Familia, un término que proviene del latín, como tantos en nuestro idioma, en el que abundan también los étimos árabes, pero que, a fin de cuentas, es lengua romance, hija del latín. La palabra está emparentada con ‘famulus’, sirviente, y se sabe que en la antigua Roma el concepto era mucho más amplio que en la actualidad, pues englobaba a todos cuantos se encontraban bajo la órbita y el mandato del ‘pater familias’, el patrón de la casa.

El extremo opuesto sería el de las familias monoparentales tan frecuentes en la actualidad, como ha sido la mía propia, contra mis expectativas de vida. Sin embargo, a ese núcleo conformado por mi hija y por mí, siempre he sentido íntimamente unido el que constituían mis padres (desde hace casi tres años solo mi padre), y ellos me hicieron sentir desde niña la importancia de la familia para el equilibrio emocional. Por eso, cuando alguno de los miembros de la misma se tambalea, yo misma me desestabilizo, y cuando reina la armonía todo parece fluir bajo la protección de un espíritu benefactor.

Este año se celebra el sesquicentenario del nacimiento de Antonio Machado, uno de los primeros poetas-filósofos que conocí, y que más me gustan, junto a su Juan de Mairena. Creo que en 150 años no han perdido frescura ni profundidad. La Universidad de Murcia le dedicó el martes 13 un recital de Poesía y Música como homenaje, iniciando con ese acto las actividades por el Día de los Museos que este año se extenderán durante diez días en la Universidad. Se musicaron algunos de los poemas de Machado, que cantaron maravillosamente tres sopranos del Conservatorio Superior de Música de Murcia, y un septeto de viento y piano seguido de un quinteto de viento interpretaron las melodías creadas por alumnos del mismo conservatorio.

Un puñado de rapsodas recitamos algunos poemas. Me tocó en suerte uno de mis favoritos (junto al que dedica al olmo seco): «Caminante, no hay camino». Huelga explicar cualquier poema, pues, como ocurre con las expresiones artísticas, la poesía hay que sentirla, no necesariamente entenderla, pero quisiera resaltar la idea vertebradora del mismo: el misterio de la vida, y el hecho de que cada ser vivo tiene su camino, personal e intrasferible, resultado de sus propios pasos.

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