Opinión | NOTICIAS DEL ANTROPOCENO

Geoingienería para enfriar el planeta

La respuesta para evitar el calentamiento global es dejar de emitir gases de efecto invernadero. Y realmente se está consiguiendo merced a la implantación imparable de energías renovables, mucho más acelerada en países como España a los que sobra sol y viento y carecen de petróleo.

Otra tecnología para eliminar el afecto adverso de las energías fósiles es la captura de CO2. Esta se podría utilizar para absorber directamente los gases de efecto invernadero de la propia atmósfera con enormes depuradoras que filtrarían el aire o implantando eso mismo en la fase final de procesos de fabricación in situ. La tecnología llamada de Captura y Almacenaje de CO2 no ha llegado a desarrollarse seriamente por su complejidad y por sus costes. Los países productores de petróleo se empeñan en colocarla siempre en la lista de estrategias aceptables en las conferencias sobre el clima, pero de momento nadie apuesta seriamente por ellas.

En cambio, cada vez se habla más de una solución que atacaría directamente el efecto de calentamiento global mediante la siembra de partículas en la atmósfera que limitarían el efecto invernadero. Esta semana The Guardian, el periódico británico de cobertura global, se hacía eco de varios experimentos en este sentido llevados a cabo por universidades británicas. Los resultados en el laboratorio son prometedores, pero aún está lejos la confirmación de sus posibilidades de implantación en la práctica. Por supuesto que, como era de prever, diversas asociaciones ecologistas del Reino Unido se oponen frontalmente a esto tipo de intervención de geoingeniería planetaria. Los argumentos recurrentes son que no sabemos los efectos secundarios que tendría y que se limitan a tratar el síntoma, no la enfermedad. Los ecologistas extremos no dejan pasar una oportunidad para mostrarse como una reedición contemporánea de los luditas decimonónicos que combatían frontalmente la mecanización de las fábricas.

El problema con el rechazo a soluciones prácticas y rápidas como el enfriamiento del clima mediante la siembra de partículas de sal y vapor de agua en la atmósfera (en eso básicamente consiste la técnica) es que el tiempo apremia. Las mediciones del calentamiento global muestran a las claras que se está acelerando, y el aumento de frecuencia e intensidad de los fenómenos meteorológicos extremos no hace más que corroborar esa realidad. Más nos valiera llegar a un consenso para legitimar y aceptar soluciones efectivas a corto plazo, asumiendo que el riesgo cero en innovación tecnológica no existe.

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