Opinión | Murcia D. F.
La Murcia que no amaba a sus pobres
El cierre del centro de día de Jesús Abandonado por falta de medios y la marcha de su director destapan la necesidad de afrontar de otra manera las políticas de apoyo a los más vulnerables

El centro de acogida de Jesús Abandonado, en Murcia, que ha sido cerrado. / L. O.
Muchas misas, muchos golpes de pecho, muchas procesiones a las espaldas y mucho llevar a hombros a la Virgen de la Fuensanta, pero a la hora de la verdad se practica poco la justicia social y la caridad cristiana, un hecho que ha quedado demostrado con la nula reacción que se ha producido desde el Ayuntamiento de Murcia y desde la Comunidad Autónoma ante el cierre del centro de día de Jesús Abandonado.
Esta institución ha denunciado que echar la persiana y dejar en la estacada a decenas de personas ha sido debido a la falta de los fondos necesarios para seguir prestando un servicio crucial para los más pobres de la ciudad de Murcia que, sin embargo, está presta a gastarse casi tres millones de euros en estatuas y flores. Es más, en los últimos tiempos no para de idear fiestas, ‘incumpliendo’ incluso la palabra dada por el alcalde capitalino que prometió una fiesta diaria en campaña electoral (sin duda se quedó corto). Ha habido días que se han llegado a contabilizar hasta cuatro festejos en pocas horas, todo un derroche de energía y fondos.
La incomodidad de la pobreza
Aún está por ver qué piensan los máximos dirigentes del Ayuntamiento y de la Comunidad. Ninguno ha dicho esta boca es mía pese a que uno de ellos ha sido interpelado directamente. Una de las mujeres que atienden a estos pobres desde una organización no gubernamental el pasado viernes, en el acto del Día de Europa, le dijo al alcalde Ballesta que cómo era posible que se hubiera permitido el cierre del centro de día de Jesús Abandonado y le espetó que le había dado su voto en las pasadas elecciones.
La reflexión de esta mujer, al parecer y, según comentan los que estaban presentes, quedó flotando en el aire y no tuvo contestación pública. Hablar de pobreza no es plato de gusto porque deja en evidencia las costuras del sistema y la falta de una política efectiva que atienda a los que están en los márgenes de la sociedad, pero es necesario hacerlo para, precisamente, dar un giro radical a este asunto.
Los caminos de la Fundación
La Fundación Jesús Abandonado parece que quiere iniciar un nuevo camino y, en ese contexto quizá, haya despedido a su director, una decisión de la que no se ha dado cuenta públicamente de momento. En ese nuevo camino deberá contar con las administraciones públicas y buscar además otras fuentes de financiación inexploradas para atender la creciente demanda de sus servicios, un periplo que no será fácil teniendo en cuenta que las administraciones suelen ponerse de perfil.
La Región de Murcia es una de las comunidades campeonas en los índices de pobreza, ya que el 32% de la población se encuentra en riesgo de sufrirla y en riesgo de padecer exclusión social. En Murcia siempre han molestado los pobres. Hace muchos años se les quitaban las limosnas y se atendía a una ordenanza que los perseguía y los mandaba a provincias limítrofes cuando no se les expulsaba del centro para que se refugiaran en barrios periféricos. Es aquello de que lo que no veo no existe.
Desde la capital se han intentado hacer actuaciones que siguen en una larga travesía sin llegar a puerto. Un plan estratégico tras la pandemia (después del covid aumentó exponencialmente el número de personas empobrecidas en la capital) prometía una actuación integral de estas personas, incluso se llegó hablar de un refugio para ellas cerca del Malecón que permitiera una rápida actuación y un tratamiento más a medio plazo de estas personas.
El 15, manifestación
De momento, todo está varado en una administración que es capaz de dar subvenciones de miles de euros a equipos deportivos de potentes empresas privadas (se ha gastado en ellos casi un millón de euros) mientras hay gente pasando necesidades y prescindiendo de lo más básico. Tampoco Teodosio I resucitado en los desfiles bíblico-pasionales de Lorca, que en su día fue misericordioso, parece que esté muy afligido por los pobres, al igual que la Iglesia con mayúsculas. Pese a los hábitos y al disfraz, han olvidado la lección del Mesías que no solo habló de ayudar a los pobres, sino que también lo ejemplificó con su vida.
Una asociación ha convocado para el próximo día 15 de mayo una manifestación para dar un toque de atención a todos ellos. Veremos. Por nadie pase.
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