Opinión | Noticias del Antropoceno
Los extraterrestres nos invaden de varios modos

Naves extraterrestres pensadas en contextos de ciencia ficción / Crédito: Nicholas Panek en Pixabay.
Si hay algo en lo que no se terminan de poner de acuerdo los escritores y guionistas de ciencia ficción es en cómo sería una invasión extraterrestre. El subgénero de invasores da para mucho, empezando por la clásica y magnífica serie de los 60 llamada precisamente Los Invasores, cuyos títulos preliminares nunca podremos separar de la profundamente perturbadora e intimidante locución que los acompañaba. En esta serie, los invasores extraterrestres tenían apariencia normal, excepto por un detalle: no podían juntar el dedo meñique al resto de los dedos de la mano. Así pues, el director del episodio tenía en su mano desvelarnos si el personaje en cuestión que aparecía en nuestras pantallas era o no un alienígena con un simple plano. También fue una innovación muy copiada que la muerte de un alienígena produjera un fogonazo de luz que envolvía el cuerpo hasta su desaparición.
Otra forma típica de invasión extraterrestre es la protagonizada por variaciones de alienígenas con forma de insectos, de las que La Guerra de los Mundos de Wells fue pionera. De esa historia nació una conclusión que tuvo enorme repercusión en múltiples posteriores del mismo tenor: los alienígenas mueren porque no aguantan el contacto con los virus de la Tierra, ante los que la población del planeta (ya derrotada por los invasores) resulta ser inmune. La brillantez y credibilidad de este final sorprendente tiene mucho que ver con la historia real de la conquista de América en la que los conquistadores recibieron la inestimable ayuda de la viruela y otras enfermedades para diezmar a la población indígena sin que eso supusiera esfuerzo ni violencia moral alguna.
Pero si hay un relato de invasión extraterrestre que aún representa el listón más alto de la narrativa sobre el tema es La Invasión de los Ultracuerpos. No hay nada comparable al terror que produce en el espectador el hecho de contemplar cómo un personaje normal es sustituido por un alienígena con idéntica apariencia que ha crecido aprovechando el sueño de su modelo humano de referencia en el interior de una vaina. Las situaciones de confusión y pánico que genera esta premisa son explotadas hasta el paroxismo en las tres versiones cinematográficas producidas de la misma historia. Aunque ninguna de ellas supera el final de la versión clásica, con el protagonista gritando a los coches que circulan a toda velocidad por la autopista: ¡Están aquí! ¡Han llegado! ¡Están entre nosotros!
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