Opinión | Día Mundial de la Seguridad y Salud en el Trabajo

Secretario de Salud Laboral de CCOO Región de Murcia

28 de abril: creer en la prevención

El Día Mundial de la Seguridad y la Salud en el Trabajo es una jornada dedicada al recuerdo y a la reflexión

Imagen de una manifestación con motivo de la conmemoración del Día Mundial de la Seguridad y la Salud en el Trabajo.

Imagen de una manifestación con motivo de la conmemoración del Día Mundial de la Seguridad y la Salud en el Trabajo. / Israel Sánchez

Determinadas fechas están señaladas en el calendario para celebrar o conmemorar eventos que por su significación merecen ser destacados. Sin embargo, el Día Mundial de la Seguridad y la Salud en el Trabajo es una jornada dedicada al recuerdo y a la reflexión. El recuerdo de las personas que marcharon un día cualquiera a su trabajo, diciendo adiós o hasta luego y fue el último de su vida, pues no regresaron. De reflexión porque los ‘porqués’ no encuentran respuesta.

Otras consecuencias de esa falta de prevención en los riesgos laborales son menos inmediatas, van minando paulatinamente la salud de las personas trabajadoras, pasando casi desapercibidas; son las enfermedades psicosociales o las profesionales que muestran con toda su crudeza las consecuencias de la exposición continuada a elementos nocivos -tanto materiales como psicológicos-, la repetición de malos hábitos posturales y el miedo de perder el jornal y ser un descartado social, o trabajar para seguir siendo pobre.

El accidente laboral también es cuestión de la clase social; «… Las incidencias que sufren las ocupaciones manuales y peor remuneradas son muchísimo más altas que aquellas ocupaciones asociadas a la dirección o a las tareas administrativas y técnicas…» nos recuerda el Análisis de las estadísticas de accidentes de trabajo y enfermedades profesionales en España (2024), editado recientemente por la Confederación Sindical de CC OO y de obligada lectura.

En cuanto a las enfermedades profesionales, señalar que son objeto sistemático del subregistro y probablemente solo se indemnizan como tales un 10%, siendo en la mayoría casos leves. Y aquí debemos replantear cual ha de ser el papel de las mutuas. Manifiestan repetidamente contar con medios técnicos y humanos que son infrautilizados y ayudarían a la pronta recuperación de las personas que han sufrido algún tipo de accidente laboral o enfermedad profesional. Sin embargo, es continua la derivación de casos hacia la sanidad pública, en concreto a la Asistencia Primaria, ya de por sí saturada, lo que implica un notable retraso en los procesos de recuperación, pues las pruebas diagnósticas se demoran por el exceso de demanda. Dicha circunstancia propició que los sindicatos mayoritarios concluyeran que apoyarse en la gestión de las mutuas -existiendo el consentimiento previo de la persona trabajadora-, en patologías musculoesqueléticas, podría revertir en una pronta y oportuna recuperación, además de descongestionar el sistema público de salud.

Y cuando creemos que nuestro trabajo está en el buen camino en base a la experiencia, la reivindicación y el conocimiento empírico de los riesgos que existen el mundo del trabajo, cambian los modelos de producción, aparecen las nuevas tecnologías, se incrementa la presión sobre la persona trabajadora exigiendo una mayor productividad, descubrimos nuevos elementos que incrementan las patologías cancerígenas -sílice cristalina- que habían pasado desapercibidas y nos damos cuenta de que nunca, nunca, se eliminan los factores que pueden propiciar una enfermedad física o mental, o la muerte en el trabajo.

Por otro lado, la ausencia en numerosas poblaciones de planes de movilidad en el ámbito laboral que propicien el uso de medios de transporte públicos, y que obligan a desplazarse en vehículo propio a centenares de miles de personas a su lugar de trabajo, es origen sustancial de las numerosas vidas que se pierden en accidentes de tráfico. El establecimiento de conexiones seguras y económicas, además de evitar ese goteo incesante de muerte, contribuiría además a reducir el impacto medioambiental de los combustibles fósiles y optimizar el tiempo de desplazamiento entre el hogar y el trabajo.

«El cumplimiento de la normativa ha de ser concebida como un bien mayor, no como un elemento que evita sanciones, no como un ‘quitamultas’»

Por último, recordar la feminización de determinados sectores, sobre todo la limpieza y el cuidado de las personas, que encabezan las estadísticas de patologías musculoesqueléticas, cuya repercusión en la salud de la mujer, junto con el trabajo en alta tensión -muy significativo en esos mismos sectores-, afecta notablemente en el normal desarrollo del trabajo y se traslada a su vida privada, ya que han de asumir normalmente el mismo trabajo en el ámbito doméstico, y es el desencadenante del consumo insano de ansiolíticos por prescripción médica que, si se realizara una verdadera actuación preventiva sobre el entorno laboral de las mujeres trabajadoras, se traduciría en una digna salud psicofísica a la que cualquier persona debe tener derecho.

Por ello, la prevención hay que ‘creérsela’. CC OO lleva impreso en su ‘código genético’ este paradigma, la prevención da vida y salud. El cumplimiento de la normativa -en cuya modificación están trabajando la Administración y los agentes sociales- ha de ser concebida como un bien mayor, no como un elemento que evita sanciones, no como un ‘quitamultas’. 

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